20 julio 2014

Cambio de web

Hola hola!

Bueno, no se si alguien ha estado pendiente de esto o si directamente les llega aviso de la página cada vez que publico... El caso es que cambio de web y espero, y deseo, ser capaz de seguir escribiendo...

Aquí os dejo el nuevo link: http://callepsia.wix.com/elbauldemimaginacion

Nos vemos!!

20 enero 2013

Sin inspiración

Y como dice el título así es como me encuentro, además que atrapada por el estudio y pensando mucho en el futuro... Así que si alguien me lee siento no continuar por ahora, no es un adiós, es un hasta luego ^^

09 septiembre 2012

Capitulo 35 "La luz de mi oscuridad"


Me sentía como una muñeca de juguete. Esas dos personas se lo estaban pasando bomba a mi costa. Riky, el peluquero, me había llenado la cabeza de papel de plata para, según él, dale algo de color a mi castaño pelo. Eve, por su parte, me rodeaba de un montón de telas para ver que color iba mejor con mi tono de piel. Me miré al espejo, pero no me reconocía. Nunca había ido a ninguna peluquería. Me había apañado yo sola con unas tijeras por temor a que mi padre me recriminara la frivolidad de ir a una centro de belleza. Me decía que lo mío no tenía arreglo. Al parecer ni Riky ni Eve se daban por vencidos y estaban dispuestos de hacer de mi una princesa. Cuando Riky me quito el papel de plata y me lavo la cabeza me puso una toalla y me dejo en manos de Eve que me midió de pies a cabeza.

-          Vas a estar estupenda con el vestido que te voy a hacer – me dijo risueña.

Al final termine en albornoz mientras entre los dos me hacían la manicura y la pedicura. Me sentía como Julia Roberts en Pretty Woman. Me consolaba el echo de que yo no tuviera ni tan mal vocabulario ni la misma vocación de ella. Cerré los ojos y me deje llevar entre los perfumes que me rodeaban. Me pusieron algo en la cara. Riky empezó a jugar de nuevo con mi pelo mientras Eve montaba algo con las telas que había escogido para mi vestido. Cuando quise abrir los ojos Riky no me lo permitió.

-          ¡Oh no cariño! Ahora no te dejo que los abras. Quiero ver tu ojos sorprendidos cuando veas los que Eve y yo hemos hecho contigo – y me palmeo el hombro.

Noté como me pintaban la cara. También noté cuando Eve me puso el vestido. Riky no paraba de retocarme el pelo cada vez que yo me movía repentinamente. Creo que pase muchas horas en sus manos. Disfrutando de el cuidado que me daban. Noté como unas manos me cogían por los hombros y me conducían hacia algún lugar. No se escuchaba ningún sonido. Escuche como una puerta se abría y como se cerraba tras de mi. Reconocí el olor de mi cuarto.

-          Abre los ojos corazón – me dijo Riky.

Cuando los abrí creí en la magia. No podía creer que la chica que reflejaba el espejo fuera yo misma. Mi pelo brillaba como nunca con unos tenues reflejos rojizos que al sol se verían todavía más. Mi melena caía en unos bonitos bucles hasta mis hombros. Tenía el flequillo liso hacia un lado. Estaba ligeramente maquillada. Me habían puesto un color rojo en los labios que no desentonaba. Simplemente les daba color. Mis mejillas estaban sonrosadas, ya sea por el polvo o por que me había puesto roja de la emoción. Mis ojos estaban pintados en todos rosas suaves que misteriosamente hacía brillar el marrón de mis ojos. Luego llegaba lo mejor. El vestido. Era de un rojo intenso. Era de palabra de honor. Por debajo de mis pecho había una cinta  de raso negro que impedía que el vestido se me cayera. El vestido caía hasta mis rodillas y dejaban ver unas piernas bonitas, bien formadas. Los zapatos iban a juego con la cinta. Eran negros de raso con una poco de tacón. Supongo que alguien les había advertido que el equilibrio no era lo mío. Me di la vuelta y los dos me miraban muy satisfechos con su trabajo. Me lancé a ellos y los abracé.

-          Ten cuidado o tu vestido se ira al garete – me dijo Eve.

Riky me aparto y me empezó a poner el pelo en su sitio.

-          Las princesas tienen que ser cuidadosas con su aspecto – me acarició la mejilla – No escondas tu belleza nunca más o James se las tendrá que ver conmigo por permitírtelo.

Escuche mi risa y también me pareció magia. Era mi risa, la de verdad. La de una adolescente feliz.

-          Ahora baja las escaleras, te están esperando – me dijo Eve.

Me di la vuelta y abrí la puerta.

-          ¡Con delicadeza! – me recordó Riky. Luego escuche como le decía a Eve – Ese abrazo a valido más que mil palabras, en serio – y luego escuche sus risas.

Baje las escaleras algo nerviosa. No quería tropezar, caerme y estropear el maravilloso trabajo. A los pies de la escalera me esperaban dos chicos vestidos de etiqueta. Hasta que no estuve a cinco escalones de ellos no les reconocí. A Derek se le veía muy guapo con su traje blanco. No podía ser de otra manera en él. No venía con el los trajes clásicos negros. El tenía que desentonar, dar la nota. Llevaba una corbata blanca contrastando con su camisa negra que estaba bien metida por dentro del pantalón, aunque dudaba que durase mucho por dentro. En el bolsillo de la americana llevaba un pequeño capullo de rosa roja. A su lado, estaba Jack. Cuando le miré a los ojos mi corazón se acelero. Llevaba un traje negro clásico con una camisa blanca y una corbata roja. En el bolsillo de su americana también llevaba una rosa roja. Entre los dos me ayudaron a bajar el ultimo escalón, pues tenía la sensación que mis rodillas ya no me sostenían.

-          ¡Estas preciosa encanto! – me dijo Derek.

Le sonreí nerviosa. Las palabras habían volado de mi garganta desde que me había visto en el espejo. A la derecha de nosotros estaban James y Mikel en sus brazos. James sonría satisfecho como si el hubiera sido quien me hubiera peinado y vestido y Mikel reía divertido.

-          La cenicienta se ha convertido en princesa – dijo riendo.

Sus palabras eran ciertas pues me sentía como en un cuento. Estaba en el punto de la historia donde los malos momentos y las penas eran recompensadas. Donde se empezaba a creer que los sueños se podían hacer realidad. Jack se acerco a mi y me puso una ramillete en forma de flor de color rojo y negro. Por un momento creí que me ponía una amapola de aquel prado donde mi corazón empezó a latir a la sintonía del amor. Jack se acercó un poco a mi y me dio un beso en la mejilla. Se quedo un momento cerca de mi oído y me dijo:

-          La palabra preciosa se queda corta para describirte, estas realmente hermosa Sam.

Mis ojos querían llorar de emoción pero me mantuve firme pues Riky era capaz de hacerle algo horrible a James si me estropeaba el maquillaje. Les dedique a todos una sonrisa temblorosa.

-          No se... – junte mis manso y las puse en mi pecho – No se como daros las gracias por... – cogí aire evitando que mi voz se quebrara - ... por hacer todo esto por mi. ¡Muchas gracias de verdad!

Al momento James me abrazó. Me sentí segura entre sus brazos.

-          Espero que te guste mi regalo de cumpleaños. Ya se que es mañana pero me moría de ganas por saber que había debajo de esa capa de malos recuerdos. Estas guapísima Sam, realmente guapísima – y me dio un beso en la mejilla.

Mikel tiró de mi vestido para llamar mi atención. Le miré como alzaba su manita y me cogía mi mano. Me dio un beso húmedo en ella como si el fuera el príncipe y yo la princesa.

-          ¿Bailaras conmigo mi lady? – me dijo divertido y emocionado.

-          Por supuesto, estaré encantada de bailar junto a ti Lord Mikel – dije divertida.

-          ¡Bueno! – espetó James – Tenéis que iros ya, la limusina ya ha llegado – mi boca se desencajo ¡Limusina y todo! - ¡Venga, no quiero que lleguéis tarde!

-          No seas plasta viejo – soltó Derek riéndose al ver mi cara.

-          Si quieres ser abogado más te vale mejorar tu vocabulario Derek – le regaño su padre.

-          Si, padre – dijo burlón.

Jack me cogió del codo y puso mi mano sobre su brazo. Me condujo hacia la larga limusina que nos esperaba a la entrada de la casa. Derek me abrió la puerta imitando muy bien a los mayordomos de las épocas pasadas. Dentro de la limusina estaba oscuro pero algo hacia refleja millones de estrellas por dentro. Hasta que no giré la cabeza no creí que me pudieran sorprender todavía más, pero así era. Raquel estaba allí vestida con un vestido de lentejuela plateados. Su melena rubia estaba recogida en una coleta alta. De sus orejas colgaban dos aros plateados a juegos con su vestido. Me abalance sobre ella y nos fundimos en un efusivo abrazo.

-          ¡Pero si hablé contigo esta mañana! – dije sin salir de mi asombro mientras me sentaba a su lado si soltarle las manos a mi mejor amiga.

-          Y yo estaba en el aeropuerto esperando para facturar mis cosas y venir hasta aquí – me acarició la mejilla - ¿Creías que me iba a perder el cumpleaños de mi mejor amiga?

-          Gracias – dije con voz temblorosa.

-          Será mejor que no llores Sam – dijo Jack que estaba sentado enfrente mío – O no podré ir a cortarme el pelo en un año porque Riky me matará si se te estropea el maquillaje – dijo divertido.

-          Llora todo lo que quieras – dijo Derek riéndose – Quiero ver como le deja ese tío a Jacky – se agarro la tripa con los brazos – Estoy que reviento de risa solo de pensarlo.

Paró de golpe cuando su primo le dio un codazo mal disimulado en las costillas. Y entonces fuimos nosotras las que nos reíamos.

No tardamos mucho en llegar al instituto. Cuando bajamos de la limusina la gente rodeo a Raquel. Me sentí algo celosa porque la estaban acaparando. También estaban avasallando a Derek y a Jack, pero Jack no me soltaba. Me tenía cogida de la cintura y me llevaba allá donde le llevaba la gente. De lejos vi como Tom cruzaba unas palabras nerviosas con Raquel que sonreía feliz. Nos dirigimos al gimnasio donde nos darían los diplomas y la orla con las fotos de todos nosotros. Me sentía bajar del cielo de pies a tierra. La magia no podía durar allí donde yo me dirigía. Mis compañeros me miraban fascinados pero no me dirigían la palabra. Era frustrante darse cuenta que por culpa de mi timidez y de las cosas de la vida no había podido relacionarme con nadie más.

-          Sentémonos allí – grito Raquel que de repente salió de la nada y estaba a mi lado de nuevo – La gente no te reconoce Samy – me dijo divertida.

Me senté flanqueada entre Jack y Raquel. De repente las luces se apagaron y Jack me cogió de la mano. Que sin darme cuenta me había empezado a temblar.

-          No te preocupes, yo estoy contigo – me dijo al oído.

Una pantalla brillo y empezó a proyectar imágenes de nuestro curso desde que éramos unos renacuajos. Me vi en un par, siempre al lado de Raquel. Las últimas ya eran de este curso. A pesar de las pocas semanas que habían pasado aquí Derek y Jack salían en varias. Haciendo ver la popularidad que les rodeaba. También salió la foto en la que Jack y yo salíamos abrazados en la terraza y por la que Raquel se enfadó conmigo. Entendí que la foto había sido para este día de parte de alguien del departamento de fotografía. Cuando la imágenes dejaron de salir las luces volvieron a encenderse. El director se puso delante de todo el alumnado y dejo salir el discurso de todos los años que dedicaba a los alumnos que se graduaban. Luego fue nombrando uno por uno para que subieran y darles el diploma y la orla.  Cuando fue mi turno casi me caigo subiendo las escaleras. Pensé que la gente se echaría a reír al verme hacer el ridículo pero lo único que mis oídos alcanzaron a oír fue a cinco voces distintas que me vitoreaban desde la otra punta de la sala. Distinguí la voz de Mikel porque era infantil y chillona, la voz de James que sonó firme como si estuviera delante de un juez gritando ¡Protesto! También escuche a Derek que se reía a la par que gritaba mi nombre. Raquel no podía ser menos y competía con él para ver a quien se le escuchaba más. Pero hubo una voz que me paralizó el corazón, que detuvo mi tiempo y puso el contador en cero. La voz que más necesitaba oír se escuchaba más fuerte que ninguna en mis oídos. No sabía que fuera capaz de distinguirla entre tanto ruido, pero mi corazón sabía apreciar aquel sonido que salía de los labios de mi madre. Cogí el diploma y la orla a prisa y baje las escaleras sin mirar al suelo. 

07 septiembre 2012

Reunión, planes, bestias..

Estaban todos reunidos alrededor de una gran mesa redonda. Algunos miraban extrañados a los presentes, otros se mantenían pacientes esperando que el murmullo cesara para dar comienzo a la reunión.

- ¿De verdad que tengo que estar aquí? - dijo Nay nerviosa - Debería estar con mi hermano...

Una mano con tatuajes descoloridos por el sol paro sobre su hombro con misión de tranquilizarla.

- No te preocupes, mis cuidados lo sanaran rápido - sonrió Runa tranquila y divertida al ver la mirada furiosa de Evelyn - ¿Verdad?

- Bah... Sigo diciendo que los antiobioticos harían mejor que esas cosas raras que traes, seguro que coge alguna jodida infección... A saber de que mierda de caballo venía eso...

Runa rió divertida a la vez que la mirada de Ariadna acusaba el vocabulario inapropiado de su hermana melliza.

- Quien lo diría, la pequeña Eve con tales palabras..., la ultima vez que te vi eras una niña dulce y obediente bajo el mando de tu padre, ya veo que tu hermana no ejerce ese mismo poder sobre ti - la voz de Ben sonó serena pero sus palabras escupían veneno, una mujer al cargo de uno de los mejores aquelarres que conocía... Qué barbarie pensaba.

Pero Ariadna no contestó, sus palabras resbalaron al igual que lo hacía el agua por su cuerpo cada mañana al lavarse.

- Yo solo quisiera saber... - dijo Creick mirando a todos los presentes, incluso al viejo de barbas blancas donde no conseguía averiguar donde tenía la boca... - Es si estar aquí me reportara algún beneficio, estoy perdiendo dinero estando aquí escuchando vuestras pullas y muchas bestias estarán matando vidas inocentes mientras no hacemos más que gastar saliva.

- En serio, mi hermano... - insistía Nay - yo no hago nada aquí, solo vine porque necesitaba ayuda...

- Vayámonos de aquí ojitos claros - dijo Creick mientras se levantaba.

- Sentaos un momento - la voz de Ariadna sonó clara y autoritaria he hizo que el murmullo cesara a la vez que Creick tomaba asiento divertido - Es cierto que ambos - dijo dirigiéndose a Nay y Creick - no deberíais estar aquí, pero dadas las circunstancias y vuestras habilidades he decidido que era necesario que estuvierais presentes en esta reunión, una vez finalizada sois libres de marcharos si son así vuestros deseos.

- Joder espero que no dure mucho... - dijo Eve en voz baja, notó la mirada asesina de su hermana y sonrió.

- El motivo es claro: bestias. Hemos pasado un largo tiempo, unos más que otros - y miró a Ben que la estaba evaluando con la mirada - luchando contra ellas, hemos perdido familia y amigos por su culpa y solo nos hemos limitado a enfrentarlas en contadas ocasiones sin buscar una solución para exterminarlas. - hubo un pequeño barullo de voces, Ari espero unos segundos y cuando aflojó continuó - Cada uno de los presentes, incluidas las nuevas recientes incorporaciones, son los más sabios en el tema, los más experimentados en batallas... Hoy, os he convocado aquí para ponerle fin.

- Esto es una locura... - musitó Nay - Mi padre me contó que no se sabia de donde de salen y si alguien dió con la respuesta nunca volvió para contarlo, se por donde van los tiros, se que es lo que pretendes y es una absoluta locura...

- La puta locura es esperar a que acaben con nosotros ellos primero joder - explotó Eve - cada vez son más fuertes, las criaturas con menos fuerza son cada vez menos, se están movilizando...

- Solo podemos hacer una cosa... - Creick se había emocionado de golpe, matar criaturas es una de las cosas que más le gustaban - buscar el nido.

- Interesante - dijo Runa mientras jugueteaba con una piedra morada entre sus dedos - acabar con el problema desde la raíz...

- ¿Y quién serán los suicidas? - todos la miraron con la respuesta evidente escrita en sus rostros y aun teniendo poca visibilidad Nay se dio cuenta - ¡No! No participare en esto...

- Nay - dijo Ben - Creick nos ha contado tus habilidades con el arco a pesar de no ver demasiado, si es cierto lo que dice, tus habilidades incluso tus enseñanzas para los arqueros nos serían muy útiles. Ten en cuenta que como arquera tu posición no sería en primera linea, nunca estarías cuerpo a cuerpo con la bestia y además... ¿no desearías que tu hermano, el único hermano que te queda, creciera libre y sin peligros?

- Podría... podría pensarlo... quizás...

- Bien, llevamos mucho tiempo pensando en el plan y viendo la cantidad de bestias que nos hemos encontrado en los pocos rastreos que hemos hecho estas zonas - dijo mientras abría un mapa y lo dejaba encima de la mesa a la vista de todos, señaló unas zonas en color rojo - son donde más cantidad de criaturas se han hayado y exterminado por lo que suponemos que el nido o esta cerca o tienen algo que esconder por ahí.

- Acabemos con estas putas bestias - dijo Eve - ¿tu mierda de caballo nos ayudará Runa? ¿o lo harán esos polvos de vieja que tienes en los bolsillos?

- Polvos... sí, quizás ayuden... - sonrió a Eve- Estoy seguro que unos cuantos polvos no te irían mal pequeña lagarta de lengua suelta - esto provoco una sonrisa inesperada sobre Eve que más que molestarla le gustó que la contestara.

- Sabemos donde ir pero debemos prepararnos para ello, entrenar y eso requerirá un tiempo, esfuerzo y... - comenzó a decir Ariadna.

- Cooperación - terminó Ben, y miro a la jefa a los ojos sabiendo que iban a tener muchas desavenienzas pero algo dentro de él le decía que no iba a ser... tan irritante - Nay, se que antes te he mencionado que tu posición no implicaría cuerpo a cuerpo pero a la vez que pules tu habilidades con el arco sería recomendable que aprendieras ciertas técnicas de cuerpo a cuerpo para eso, Creick, deberás ayudarla a ella y a todos aquellos que quieras ayudarnos en esta misión - ambos asintieron, uno más que emocionado que el otro - Evelyn ayuda a Creick a la vez que deberás cooperar con el material de soporte médico con Runa, y Ariadna...

- Usted y yo deberíamos ocuparnos de la estrategia - finalizó Ariadna claramente molesta porque le hubiera quitado el rol de mando en esta reunión, cosa que no iba a consentir.

Una vez la reunión finalizó y con las tareas asignadas a cada uno de los presentes al igual que mucha más gente de aquel lugar se concedieron un día para mentalizarse para lo que al día siguiente estaba por comenzar.

30 julio 2012

Capitulo 34 "La luz de mi oscuridad"


El viernes me levanté temprano. Me senté en la cama y abrí los ojos algo cansada. No había parado de darle vueltas. No sabía que estaría tramando Jack. Me levanté y fui hacia la ventana. Había amanecido un nuevo día soleado. Abrí la ventana y saqué la cabeza hacia una brisa fresca. Estaba segura que para esta noche haría tan buen tiempo. De repente tuve la sensación de que me olvidaba de algo. Estaba bien claro que mi madre no tardaría muchos días en llegar, en estar conmigo de nuevo. Pero algo se me escapaba. Fui hacia el armario y comencé a vestirme sin parar de rebuscar en mi memoria que podía ser lo que se me escapaba. Iba hacia la puerta para salir cuando por mi mente se hicieron presentes dos números bien claros. Una fecha: el 22 de junio. ¿Cómo me podía haber olvidado de una fecha como esta? ¡Mañana era mi cumpleaños! Puse mi mano en el picaporte y me pare en seco. Ahora que lo pensaba era lógico que no me acordara. Desde que mi madre se fue no había celebrado mi cumpleaños, ni soplado unas velas. Supongo que cumplir años no era tan importante comparado con el echo de volver a ver a mi madre. Giré el picaporte y baje las escaleras hacia el comedor. Como siempre James leía el periódico y Mikel jugaba con sus cereales. Pero Jack no estaba. Me senté a la mesa y me unte mantequilla en una tostada.

-          Hoy os dan las notas ¿no? – dijo James sin levantar la vista del periódico.

-          Sí – dije sin ganas.

-          Espero que os hayan ido bien– dijo mirándome con una sonrisa amable, la que tanto le caracterizaba.

-          Yo también. La verdad, mis notas no me preocupan tanto como las de los otros dos – dije con una media sonrisa.

Escuché como James disimulaba una carcajada. Supongo que él pensaba lo mismo que yo. Terminé de desayunar y llevé a Mikel a su colegio. A partir de la semana que viene iría a un casal de vacaciones. Fui a paso lento hacia el instituto. Seguro que nadie sabía que mañana era mi cumpleaños. Bueno, la única persona que siempre me felicitaba era Raquel y ella no estaba. Caminaba ausente por los pasillos ignorando como los demás estudiantes se entusiasmaban con la fogata y los fuegos artificiales de la noche. Entré a mi clase y me puse el delantal. Hoy solo serviríamos por la mañana. Antes de comer colgarían las notas. Todos comeríamos y antes de irnos el tutor nos daría su charla de despedida. Sin darme cuenta había terminado el instituto. Mientras servía pensé en lo que podía hacer después. La verdad es que no tenía nada claro que quería hacer con mi vida. Nada me entusiasmaba de manera especial. Es verdad que se me daba bien cocinar pero no quería ser una esclava de los fogones todos los días festivos. También se me daba bien los números pero no quería romperme la cabeza y se la contable de alguna empresa mal organizada y con muchos números rojos. Sonó el timbre que anunciaba que las notas ya estaban colgadas. La gente salió disparada hacia el tablero. Pensé en acercarme pero moriría asfixiada entre la gente y nunca podría saber si me saque el bachillerato o no. Me apoyé en una columna esperando a que a la gente se relajara y se fuera yendo. Alguien me toco el hombro.

-          Hola encanto – giré la cabeza y vi a Derek sonriente - ¿No te atreves a mirar las notas?

-          No – dije encogiéndome de hombros.

-          ¡Pero si seguro que has aprobado! – dijo sorprendido.

-          No es eso, es que no quiero hacerme daño para verificarlo – dije.

Escuché su carcajada.

-          Bueno, pues me sacrificare por ti e iré a mirarlas yo – me guiñó un ojo color esmeralda y se metió entre la gente.

Cinco minutos más tarde vino hacia mi con un semblante serio y con tres dedos alzados. Tragué saliva.

-          ¿He suspendido tres? – dije nerviosa.

Negó con la cabeza.

-          ¡Hemos aprobado los tres! – me cogió por la cintura y me alzó al vuelo.

Se me escapo una carcajada. Derek me dio un beso en la mejilla.

-          Muchas gracias Samy, no lo habría conseguido sin ti – y me abrazo de nuevo.

Me di cuenta que mucha gente nos miraba. Me sonroje de pies a cabeza. Derek se dio cuenta, me cogió de la mano y me saco de allí. Subimos a la terraza, allí donde siempre se respiraba paz y tranquilidad. 

-          Hemos dado un poco la nota ¿no? – dijo Derek sin parar de reírse.
-          Sí – le confirme y me puse a reír por culpa de su risa. Pero también porque estaba muy contenta. Habíamos aprobado los tres. Ya estábamos graduados.

Nos sentamos al lado de la verja y empezamos a comer.

-          ¿Y Jack? – dije como si nada.

-          No ha venido hoy. Me dijo que le mirara la nota y que no me preocupara por él – se metió una patata en la boca y dijo – Creo que esta tramando algo.

-          ¿Tu crees? – dije sin dejar ver mi curiosidad.

-          Sí – y no añadió más.

Al momento mi móvil empezó a vibrar en el bolsillo de mi falda. Lo cogí y conteste sin mirar de quien era la llamada.

-          ¿Si?

-          ¡Samy he aprobado! – grito una voz chillona – Y tu seguro que también ¡Tenemos que celebrarlo!

Entonces noté como la alegría y la nostalgia se hacía presente en mi corazón.

-          Muchas felicidades Raquel, me alegro mucho por ti – dije sonriendo.

-          ¿Estas con los chicos? – grito de nuevo.

-          Solo con Derek – el nombrado me miró interrogativo.

-          ¡Pon el manos libres! – me grito mi mejor amiga.

-          Listo – dije cuando lo puse.

-          ¿Cuántas te han quedado Derek? – dijo Raquel divertida.

-          Para tu información he aprobado todas – dijo Derek sacándole la lengua al teléfono.

-          ¿De verdad? ¡Eso si que es una sorpresa! – se oyó como se reía – Cuando podamos tenemos que quedar para celebrarlo – dijo entusiasmada.

-          Por supuesto – dijo Derek, también emocionado.

Yo tenía una sonrisa tonta en la cara. Me había echo muy feliz escuchar la voz de Raquel.

-          ¿Y ahora que piensas hacer Raquel? – le preguntó Derek.

-          Pues voy a ser periodista – dije más entusiasmada todavía – Del corazón por supuesto. Mi madre me ha dicho que en cuanto me saque la carrera me concederá una entrevista en exclusiva para hacerme conocer.

A veces olvidaba que la madre de mi mejor amiga era una famosa actriz. Tenía suerte.

-          ¿Y tu? – pregunto Raquel.

-          Había pensado en hacerme gigoló profesional pero no creo que mi madre me deje – dijo en broma – Pero últimamente he pensado mucho y quiero seguir los pasos de mi viejo, voy a intentar ser abogado. Quiero defender a todas esas personas a las que no se les escucha, aquellas que tienen miedo de sus acosadores – vi como me miraba y me sonreía – Quiero poder enmendar algo que no supe hacer de la manera correcta – dijo por último con una mirada triste, seguramente al pensar en Megan.

-          Eso si que me ha sorprendido – dijo Raquel – Bueno, ¿Y tu Samy?

-          La verdad es que no tengo ni idea – dijo con un encogimiento de hombros del que solo fue visible para Derek.

-          ¡Vaya! – dijeron los dos al unísono.

Tras unos segundos de silencio Raquel rompió el silencio.

-          Podrías descansar durante un tiempo, recuperar el tiempo que te robo tu padre y respirar algo de libertad.
-          Estoy de acuerdo con Raqui, tomate un año sabático – dijo Derek mientras me rodeaba los hombros con su brazo.

Me paré a pensarlo. No era mala idea. Supongo que no me haría daño descansar un año. Al fin y al cabo tengo todo el tiempo del mundo para seguir estudiando. Y así podría pensar más tranquilamente en lo que quiero hacer con mi vida.

-          Supongo que tenéis razón – dije tímidamente.

El timbré sonó de nuevo y se termino el tiempo para poder hablar. Nos despedimos de Raquel y nos fuimos cada uno hacia nuestra clase. Me senté en mi sitio. El tutor no tardó mucho en hacer acto de presencia. Espero a que todos estuviéramos en silencio y comenzó su discurso.

-          Otro año escolar a dado a su fin. Para vosotros es el ultimo en este centro estudiantil. Me alegro que todos vosotros hayáis aprobado. Estoy muy orgulloso de todo vosotros, como tutor y como persona. Se que ahora os espera lo más duro. Ahora, cada uno de vosotros comenzareis un nuevo camino en solitario. Abriréis las puertas del mundo adulto y estoy seguro que dejareis vuestra huella en el – la gente de la clase miraba atento al tutor, algunos con lagrimas en los ojos, sobretodo las chicas. Se cogían de la mano con quien tenían mas cerca. Los chicos se mantenían firmes intentando no llorar para no quedar en evidencia. Si mi vida fuera perfecta, a mi derecha tendría a mi mejor amiga y lloraríamos juntas y a mi espalda tendría a Jack, aguantando las lagrimas también. Aunque me costaba ver su cara surcada de lagrimas – Por último, solo me queda desearos buena suerte y que disfrutéis esta noche.

La gente empezó aplaudir y a abrazarse con todos. Yo me quede quieta en mi sitio. Segura de que nadie se percataría de mi presencia. Pero estaba equivocada.

-          Mckain – dijo Tom Malory, el delegado – Me alegro de haber compartido estos años contigo.

Me levante de mi asiento.

-          Yo también – baje la mirada – Espero no haberte causado muchos problemas con mis faltas.
Me palmeo la espalda.

-          ¡Eso ya no importa! – me dijo alegre, como nunca le había visto – Que pena que Quick no este aquí – dijo con voz realmente triste.

Entonces me di cuenta de algo. Que nuestro delegado, aquel chico tan correcto y serio, estaba enamorado de la belleza de la clase, de mi mejor amiga.

-          Sí, aunque algún día vendrá por aquí – empezamos a salir juntos hacia fuera – He hablado con ella hoy, también a aprobado.

-          Me alegro por ella – dijo tímido.

Estábamos por la salida del instituto. Miré a mi alrededor buscando a Derek.

-          ¡Se me olvidaba! – dijo Tom llevándose una mano a la cabeza – Craven me dijo que te comunicara que no le esperes, tenía prisa, creo que tenía algo importante que hacer.

-          Vaya – dije sorprendida – Bueno, pues me tendré que ir sola – dije algo triste.

-          Si quieres te acompaño un rato – bajo la mirada algo nervioso – Yo también tengo que ir por este camino.

-          Me parece bien – dije esbozando una sonrisa.

Caminamos en silencio. Quería hablar con él. Sabía que era tarde para conocer a mis ex compañeros pero quería intentarlo.

-          ¿Te gustaría venir con nosotros cuando Raquel venga?

Levantó la cabeza al instante y vi como se ponía rojo como un tomate.

-          M... Si.. me... gustaría... Me gustaría mucho – y sonrió ampliamente. Me recordó a la sonrisa de Mikel, aquella sonrisa que florecía de sus labios cuando se le daba lo que ansiaba.

-          Pues te avisare. También iremos algún día por donde vive ahora, para comprobar que la tratan bien y esas cosas ¿te animas?

-          Claro – dijo. Alzó la mirada y miró a su alrededor.

Habíamos llegado a un crucé.

-          Bueno, yo me voy por aquí – dijo señalando a su derecha.

-          Yo voy todo recto – dije sonriendo.

-          Nos vemos esta noche Mckain, quiero decir... Samantha – dijo tímido.

-          Hasta la noche Tom – y me quede quieta viendo como su silueta se hacia más pequeña.

Caminé lentamente de camino a casa. Sentí como me relajaba. Como mis sentidos comenzaban a respirar algo de aquella libertad de la que hablaba Raquel. Subí los escalones que llevaban a la puerta de casa de los McGregor. Abrí la puerta con pereza. Alcé la mirada y me quede quieta en el umbral de la puerta con la mano en el picaporte. Delante de mi había un hombre con el pelo echado todo para un lado con unas tijeras y un peine en la mano y a su lado una mujer con ropas llamativas. Desde atrás vi como se aproximaba James.

-          ¡Hola Samantha! Te presento a Riky, es peluquero y a Eve, que es modista.

Me quede callada. No entendía nada. ¿Que tenían que ver esas dos personas conmigo?

18 julio 2012

Capitulo 13 "Amar al destino"


Huyo de lo que me sigue; voy detrás de lo que huye de mí.

Ovidio












Las voces al otro lado de la puerta me reclamaban. Matt no me dejaba avanzar hacía ella. Quería decirles “estoy aquí” pero algo, aparte de Matt, me lo impedía. Mirándole fijamente las palabras no salían de mi boca. ¿Estaría utilizando su poder hipnótico conmigo? De repente me entro sueño y mis ojos se fueron cerrando lentamente hasta que no pude más y me deje caer encima de unos brazos que no querían dejarme marchar.



La entrada a la guarida estaba porteada por dos vampiros. Estaban al tanto de cualquier sonido. No podíamos hacer ningún paso en falso o sería nuestra muerte.

-          ¿Qué hacemos? – susurró el chaval de pelo castaño.

La pelirroja señalo a unos arbustos altos. Nos dirigimos allí con la gatita pisando nuestros pies. Los arbustos eran suficientemente altos para que no nos vieran, pero eso no impedía que pudieran escucharnos. Quería entrar y hacerlo ahora. No se que fue lo que me llevo a ir a la casa de aquella chica. Sentí que pasaba algo y tuve más certeza de ello cuando el rastro de su ventana era de un vampiro, de Matt, mi hermano pequeño. ¿Qué le había pasado por la cabeza para llevarse a la chica? ¿Tan importante era como Mikael me dijo?

Según lo que me contó la chica era una pieza importante en la batalla. Ella tenía la clave para vencer. Me quede impresionado cuando Mikael me contó que ella estaba en la parte que nos favorecía. Era una bruja de magia blanca. Y al parecer una de las poderosas. Hija de Amanda, la bruja más poderosa de los últimos tiempos, la cual fue asesinada en manos del bando oscuro. La gente lo desconoce, pero en mi manada no tuvo ninguna duda de quien fue el asesino. Gracias a que teníamos alguno de nosotros trabajando en la policía pudimos descubrir que tenía unas marcas de colmillos en el cuello. Le habían partido el cuello y luego le habían bebido la sangre hasta dejarla seca. Sea quien fuera quien bebiera su sangre era más fuerte. Los vampiros se alimentaban de brujas cuando su deseo era ser más fuerte.

A lo mejor ese es el mismo plan que tenían con Holly. Aunque lo dudo mucho. Siete noches y aun Blair notaba su aura. Si beber su sangre era lo que ellos querían ya lo habrían hecho nada mas llegar a la guarida.

-          Eh tu guapo, ¿cómo vamos a entrar? – la miré y le tapé la boca al momento, ella apartó mi mano – No te preocupes, he creado una barrera insonorizadora. No nos pueden escuchar.
-          Vaya, si al parecer eres lista – le dije medio en broma – Bueno, tendríamos que exterminar a esos dos antes de que dieran la voz de alarma, pero vosotros dos no es que sepáis mucho de vampiros.

Ambos me miraron con una sonrisa de suficiencia. ¿Me equivocaba?

-          ¡Ay! Nunca me explicaron que los licántropos eran tan ignorantes – dijo Blair – Deberías saber, querido lobito, que los dos estamos entrenados para exterminar a cualquier ser que amenazara la vida de Holly – miré al chavalin incapaz de creer que él si que supiera algo.
-          No me mires así – su voz era feroz – Se como clavarle una estaca a un vampiro antes de que este note que estoy a su lado, mi capacidad para leer la mente no se limita a solo eso, puedo bloquear los movimientos de cualquiera, inmovilizarle.
-          Vaya, pensaba que solo era un simple mentalista.
El chaval se me acercó y me encaró.
-          Te equivocas. Lo que yo no entiendo es que haces tú aquí. ¿Por qué quieres ayudarnos?
Aparté la vista al momento. ¿Cómo explicarlo si ni yo mismo lo entendía? Algo me atraía a esa hermosa y delicada bruja. No podía cerrar los ojos sin que esos ojos violetas me estuvieran mirando. No podía pensar en otra cosa que no fuera ella. ¡Y me jodia mucho! ¿Cuándo había perdido yo la cabeza? 
-          Que más da – conteste al final – ¡Un humano como tu jamás entendería esto! Ahora, a la acción.

El silencio se prolongo unos segundos. Luego Max hizo una señal para indicarme de quien se encargarían ellos. Vale, genial. El más grande para mí. Eso estaba empezando a ser divertido. Max se concentró y se quedó mirando al vampiro. Yo me alejé mientras no apartaba la mirada de mi presa. Cuando estuve seguro que el otro estaba totalmente paralizado me transformé al vuelo y tumbaba al vampiro. Le rugí en la cara. El vampiro me mostró sus colmillos amenazantes. Solo tuvo tiempo para abrir fuertemente los ojos cuando arranque su cabeza de cuajo. Giré la cabeza para observar al otro. Una llama de fuego lo convirtió en cenizas en cuestión de segundos.

Blair y Max salieron tras los arbustos. Le hice una señal a la brujita para que terminara mi trabajo. Otra llama de fuego salió de entre sus manos. Las cenizas se las llevaron el viento mientras los tres nos plantábamos enfrente de la entrada.

-          Vamos – dijo la pelirroja – Holly nos espera.
-          Jane dice que se queda aquí, podría ser peligroso para ella si se encuentra con la intrusa.
-          Está bien – contestó Blair – No perdamos más tiempo.

Corrimos por los pasillos laberínticos guiados por la brujita. A nuestro paso íbamos matando a cualquier vampiro que se interpusiera en nuestro camino. No tenían salida. Éramos un equipo infalible pero estos no eran más que vampiros de rango inferior, débiles e inexpertos. La cosa se nos complicaría si un vampiro del nivel de Allen se nos enfrentara.

-          ¡Holly! – grito Blair cuando el camino se terminaba en una gran puerta.

Frené en seco mientras ellos seguían corriendo hacía la puerta. Me volteé y rastree con la mirada cada rincón. Por aquí ya habíamos pasado, nuestros olores estaban por todas partes. Una sombra a lo lejos se fue acercando hacía nuestra dirección. Una mujer de cabellos rubios y ojos verdes se paró a varios metros frente a mi.

-          No la encontrareis – dijo – Un encantamiento os hará dar vueltas y vueltas por toda la guarida, pero nunca encontrareis a Holly.
-          ¡Mama! – dijo Max - ¿Qué haces tú aquí?
¿Su madre?
-          Hola hijo, cuanto tiempo sin vernos. Espero que no me hayas echado mucho de menos, aunque no lo pareció cuando salí de aquella casa.
-          Dinos donde esta – dijo Blair con voz sombría haciendo aparecer una bola de fuego en su mano derecha.
-          Jajaja, ¿una bolita de fuego? ¿Con eso quieres matarme? – se llevó una mano a la boca y soplo en ella, luego hizo ademán de lanzar algo. La bola de fuego se esfumó – Tu poder no es nada, aunque...
-          ¡Basta! ¡Dinos donde esta Holly ahora mismo Rose! – grito Max avanzando unos pasos hacía su madre.
-          Que seas sangre de mi sangre no me impedirá hacerte daño – levantó la mano y una fuerza invisible hizo que Max saltara por los aires y chocara contra el techo, cayendo después al suelo - ¿Nunca te han dicho que debes respetar a tus mayores? – y rió maléficamente.
Me acerque a Max y con mi hocico le ayude a levantarse. Se había roto un par de costillas. Rugí a la mujer preparado para atacar. No es que me llevara muy bien con el chaval pero le tenía respeto. Cuando la miré ya no estaba.

-          ¡Suéltame! – grito Blair – No..., puedo..., moverme... Bruja vieja y arrogante... me las pagaras... 

La mujer estaba al lado de Blair sin tocarla. Una cuerda electromagnética la tenía atada sin dejarla hacer cualquier movimiento.

-          ¡Suéltala! – dijo Max – Agghh...
-          No lo intentes Max, tus poderes psíquicos no pueden hacerme nada, ya no. He tenido mucho tiempo para ponerle remedio – cogió a Blair por el brazo – Nos vemos – y desapareció.

Volví a mi forma humana. No podía ayudar a Max de esta manera. La cogí apoyando su brazo en mi espalda y aguantando parte de su peso.

-          Tenemos que ayudar a Blair... – dijo sin apenas conocimiento.
-          Ahora no podemos... Tenemos que salir de aquí y buscar ayuda – le escuché quejarse – Joder, hazme caso. Tú estás herido y si vinieran cualquier chupasangre ahora mismo no podríamos hacer nada.

Olfatee y busque la salida. El rescate no había salido bien. En vez de recuperar a Holly habíamos perdido a Blair. La situación se estaba volviendo más oscura. No me quedaba más remedio que pedir a ayuda a mi familia, a mi manada.




La cabeza la tenía nublada. Aun tenía sueño. Aparté las sabanas de encima mío y miré a mi alrededor. Sola otra vez. Me levanté y me acerqué a la puerta. Tire de ella pero seguía cerrada. Entonces me acordé de la voz de Blair llamándome. La había escuchado. Estaba segura de que había sido totalmente real.

Mire a mí alrededor. Debía salir de aquí como fuera. Tenía que aprender a usar bien mis poderes.

Encima de una butaca descansaba un vestido de seda. Me acerque y lo cogí con mis manos. Tenía que ponerme algo de ropa limpia. Llevaba una semana con la misma ropa y era incomodo. Me puse el vestido aprisa. Me estaba bien. Sea quien fuere quien lo hubiese elegido había dado con la talla.

Me planté delante de la puerta. No había ventanas, la única salida era esta. Me concentre y cerré los ojos. Tenía que haber alguna manera de abrirla. Deseé que el picaporte se rompiera. Al cabo de unos segundos escuche como algo de metal caía al suelo. Abrí los ojos y vi como los tornillos había ido cayendo uno a uno dejando el picaporte inservible. Me acerque a la puerta y tire de ella. Esta se abrió.

-          Salvada – dije en voz baja.

Me asomé y miré a ambos lados. No había nadie vigilando la puerta. Matt tenía mucha confianza en si mismo para dejarme sola aquí sin ningún tipo de vigilancia. Fui caminando con precaución por los pasillos recogiendo un poco el vestido. No se veía ni un alma. ¿Acaso estaría sola? De repente escuché unas voces al final de un corredor. Ambas me sonaron familiares.

-          ¡Suéltame ahora mismo! – era la voz de Blair.
-          Ni lo sueñes, te necesito para mis planes – y esa la voz de mi susodicha tía.
-          No pienso ayudarte Rose, antes muerta – amenazo Blair.

Me fui acercando. Blair estaba allí y la tenían presa. Tenía que ayudarla y escapar juntas.
-          ¿Nunca has deseado tener más poder? – dijo la voz de Jane – Si me hicieras caso podrías se más poderosa que tu querida amiga.
-          Me gusta ser como soy. Hacerte caso me supondría caer muy bajo como persona.

Entreabrí la puerta con cuidado de no llamar la atención. Aunque  resulto ser inútil. Ambas me miraron con ojos como platos. ¡Mierda! Se me olvidaba lo del aura.

-          ¡Holly! – dijo Blair con alegría.

Ya puestos dejaría todo claro. Me tocaba actuar de una vez por todas.

-          Rose deja a Blair ahora mismo – dije amenazante.
-          No puedes conmigo querida niña, ninguna de las dos podéis – se acerco a Blair y le acarició la cara mientras me miraba – Pero ya que estas aquí podrás ver el despertar de tu querida amiga.
-          ¿¡Despertar!? – dijimos las dos a la vez.

Rose no nos contestó. Puso los dedos índice y corazón en la frente de Blair. Una luz emanó de sus dedos cegándome en un primer momento. Cuando pude ver Blair estaba inconsciente en el suelo. No me lo pensé dos veces y fui a por ella. La cogí entre mis brazos y la zarandee para despertarla. Pero nada. Mire a Rose con rabia y de mi mano emano una luz, la puse frente a Rose pero una mano me paró. Blair había despertado.

-          Blair, ¿estás bien? – dije preocupada.
-          Por supuesto que si – me hizo a un lado y se levantó sin ninguna complicación.
Me levanté tras ella.

-          Vámonos Blair – dije a sus espaldas.
-          No - ¿cómo? – Yo no me voy, ni tu tampoco – dijo girándose y cogiéndome del cuello.
-          Blair, pero que haces... – no podía respirar con facilidad.
-          Terminar el trabajo que hace muchos años tuve que haber terminado – no entendía nada.

La miré a los ojos intentando adivinar alguna respuesta que me ayudara a entender que es lo que estaba ocurriendo.

-          Blair, recuerda que no tienes que matarla – Blair la miró enfadada – Todavía – Blair sonrió sombríamente.
-          Ya lo se, antes me tiene que dar algo que debería ser mío – me miró – Muy bien brujita de magia blanca, dame lo que es mío ¡Ahora!
-          No se... de que me estas... hablando – dije apenas sin aire.

Esa no era mi amiga. Ella no me haría esto. ¿Qué estaba pasando? Tenía que escapar de alguna manera. ¿Pero como iba hacerlo? Pensé en como hacía Blair para teletransportarse pero mucho me temía que no fuera capaz de hacerlo. Mire por todos los lados. A los lejos en una mesa había una vajilla de metal. Si pudiera moverlos hacía ellas...

Cerré los ojos fuertemente y puse todas mis fuerzas para mover aquellos objetos. Noté el sudor de mi frente mientras Blair no dejaba de apretar mi cuello.

-          Déjala, la mataras... – dijo Rose aunque sin importarle demasiado.
-          Está bien... – dijo Blair con resignación.
Cuando recupere el aire pude ser capaz de concentrar más mis energías. Abrí los ojos en el mismo momento que los objetos estaban en el aire.

-          ¡Átala! – dijo Rose.

-          No – dije.

Y mande los objetos hacia ellas. Salí corriendo cuando ellas cayeron al suelo. Me perdí entre los pasillos sin llegar a ver ninguna salida. ¿Dónde estaría? Escuché unas voces detrás.

-          ¿Cómo que se ha escapado? ¿Por qué no había nadie en la puerta vigilando?
-          Lo siento señor... Tuve una emergencia y...

¿Así que si me estaban vigilando? Debo salir de aquí lo antes posible. Seguí corriendo sin ningún sentido. No sabía a donde iba, pero en algún momento me tendría que encontrar con alguna puerta que diera a la salida.

-          ¡Holly! – era la voz de Matt - ¡Espera!

¡No! Él era muchísimo más rápido que yo, me atraparía enseguida. Pare en seco recuperando el aliento. No tenía otra alternativa. O intentaba teletransportarme ahora o me quedaría aquí para siempre. Intente recordar lo que Blair siempre me decía: imagina un lugar a donde quieras ir, un lugar familiar.

Y así lo hice. Me giré viendo como Matt se acercaba a mi mientras en mi mente iba creando con detalle un lugar a donde siempre me había sentido a gusto. Donde había vivido los momentos más importantes de mi vida. La imagen de Matt se fue haciendo borrosa mientras lo escuchaba llamarme. A los pocos segundos había conseguido, contra todo pronostico, llegar al lugar al que yo deseaba ir. El bosque de atrás de casa de mis padres.

Me senté en el suelo intentando asimilar todo lo ocurrido. No entendía ese cambio de comportamiento de Blair. Ella nunca me había tratado o hablado de aquella manera. Ella no era así. Su mirada era oscura y su voz tenebrosa.

-          ¿Holly? – alcé la mirada hacía aquella voz - ¡Holly! – los ojos me escocían por las ganas de llorar al ver a la persona que menos me esperaba.

-          Tía Jane...

Tía Jane en el cuerpo de Rose. Ahora lo sentía, ahora que lo sabía podía sentir el aura pura de mi tía. ¡Que estúpida había sido! ¿Cómo no me había dado cuenta? Jane vino hacía mí y me arropo entre sus cálidos brazos.

-          Bienvenida a casa, cariño.