Un sueño. Un estúpido
y maldito sueño se repite cada noche cuando duermo. Estoy cansada de soñar cada
noche lo mismo. Dicen que sueñas con lo último que pensaste por la noche, pero
eso para nada es cierto. Por qué yo..., por qué yo ya no pienso en aquello. Lo
supere y avancé. No había otro remedio. Cuando la esperanza se esfumó y la
ilusión se hizo trizas no tuve más remedio que olvidar.
Miro por la ventana.
Esta amaneciendo. El cielo esta rosado y unas pocas nubes se mecen con el
viento. Se escucha un perro ladrar. ¡Qué pesado! El dueño de ese chucho podría
ponerle remedio, yo que sé, darle un hueso o algo.
Me tapo la cabeza con
la almohada e intento dormir unos minutillos más. Pero de repente caigo en la
cuenta..., que ese perro..., es el mío.
Me levanto de la cama
perezosa. Desayuno, me visto, me peino y me cepillo los dientes. Entonces me
doy cuenta que todavía hay dos cepillos. Cojo el que no es mío y lo tiro a la
basura. Ese ya no es su lugar. Cojo una chaqueta y la correa del perro. Salgo
por la puerta.
-
¡Ay calla ya de una vez! Ya te doy tu paseo saco de pulgas – le grito al perro
mientras volteo la casa para llegar donde está situada su casita.
El perro mueve
la cola contento porque haya venido a su estruendoso llamado. Me intenta poner
las patas encima pero lo esquivo. Cada mañana la misma historia. Me mira triste
como si hubiera hecho algo malo. Le rasco tras las orejas y vuelve a estar
contento.
-
Eres un perro tonto – le digo mientras sonrío.
Damos unas
vueltas por el barrio hasta que se que se ha quedado satisfecho y volvemos a
casa. Le pongo su plato de comida y cojo mis cosas para ir a trabajar. Camino
por las calles sin prestar atención ni a nada ni a nadie. Todo carece de
importancia, salvo seguir viviendo. No sé porque tuve que hacer aquella maldita
promesa. Estaría mejor tres metros bajo tierra. Entro en la oficina y me siento
en mi puesto. Soy secretaria. Controlo los pedidos, hago las facturas y los
albaranes. Y cuando termino con ello...
-- Karin se ha
conectado.
-- JT se ha
conectado.
JT: ¿Tú no
trabajas?
Karin: ¿Y tú?
JT: Yo no, yo solo
caliento la silla esperando a que llegue final de mes para cobrar.
Karin: Eso está bien.
JT: ¿Vendrás conmigo
a comer o me volverás a romper mi dulce corazón y rechazaras mi oferta?
Karin: Cuando salga
de trabajar iré a la farmacia, te comprare unas tiritas de las tortugas ninjas.
Lo curan todo.
JT: ¿Otra vez has
vuelto a soñar lo mismo?
Karin: ¿Acaso
importa? Estoy cansada de ese sueño. Parece que este allí cada noche solo para
torturarme y hacerme sentir más miserable de lo que me siento.
JT: Lastima, pensaba
que por fin habías soñado conmigo.
Karin: Eso sería una
pesadilla, pero lo prefiero.
JT: ¿Eso quiere decir
que vendrás conmigo a comer?
-- Karin se ha
desconectado.
JT: Como le gusta
hacerme sufrir...
JT es un compañero de
trabajo. Sinceramente no le he visto nunca. La primera vez que me conecte a la
red del trabajo él estaba ahí y comenzó a hablar conmigo. Comenzamos hablando
de trivialidades y al final le conté toda mi triste vida. ¿O debería decir
existencia? Bah, se que tampoco es para tanto. No soy la única persona a la que
le ha pasado algo así. Pero quizás no soy como todas esas personas que olvidan
a los dos días. Solo he querido una vez en mi vida pero eso ya terminó.
Cotilleo un poco en
una revista. Miro la hora. Toca comer. Cojo mi bolso y voy a la cafetería. Está
lleno de gente. Todos son trabajadores de mi misma empresa. No conozco a nadie.
Salvo a JT, pero no sé quién es.
Me pido una ensalada
y un poco de pasta. Cojo una botella de agua de la maquina y me siento en un
rincón en una mesa vacía. Como a desgana. Hace tiempo que la comida no me sabe
a nada. Observo a la gente. Todos hablan animadamente. Como si no tuvieran
problemas, como si no tuvieran ninguna tristeza. Nadie me mira, nadie me habla.
Soy una desconocida para ellos. Es mejor así. Lo prefiero.
Pero me miento. No es
mejor así, ni lo prefiero. Es aterrador estar sola. Estar triste y tener que
aparentar lo contrario. Puede que emita alguna onda negativa y eso haga que
nadie se me acerque para hablar. Si, será eso.
Alejo el tema de la
cabeza. Tiro las sobras de mi comida y vuelvo a mi puesto de trabajo. Hago
algunas cosas. Luego intento hacer un poco de tiempo antes de que llegue mi
hora de plegar. Despido a la gente que ya finalizó su jornada.
-- Karin se ha
conectado.
JT: ¿Has comido bien?
¿Te ha sabido bien la comida? ¿No has sentido pena por haberme abandonado?
Abandonado...
Abandonada...
Karin: Quizás
otro día acepte comer contigo.
JT: Mientes. Siempre
dices lo mismo y siempre tienes alguna excusa lista para darme.
Karin: Lo siento,
pero ya sabes...
JT: ¡Lo sé! Pero
Karin tienes que avanzar. Su ausencia no debería hacerte ser ausente para el
resto del mundo. Quizás para ti él fuera tu mundo y por eso cuando... sentiste
que te faltaba algo pero, ¿no has pensado que tu para alguien también seas su
mundo?
Karin: ...
JT: ¿Me dijiste que
trabajabas en la primera planta no?
Karin: Sí, pero...
--JT se ha
desconectado.
¡Oh no! Va a
venir. ¿Qué hago? Miro la hora. Todavía quedan quince minutos para poder irme a
casa. Miro a mí alrededor. ¿Dónde podría esconderme? La planta es muy pequeña.
Detrás de la estantería... No, no soy tan delgada. Escucho unos pasos. Me pongo
nerviosa. Vuelvo a mirar el reloj. Todavía no es la hora. Cojo mi bolso.
-- Karin se ha
desconectado.
No quiero conocerle.
Mientras se cierran las puertas del ascensor a mis espaldas echo un vistazo.
Tengo curiosidad. Me llevo la mano a la boca. No puede ser...
Llegó a casa sin
muchas ganas. El perro viene a saludarme. Le acaricio y le doy su cena. Me
ladra.
-
Luego te saco – le contesto.
Me quito la chaqueta.
La cuelgo. Tiro mi bolso a un rincón del sofá. Enciendo el televisor y miro las
noticias. Me aburren. Bostezo y echo una mirada a la cocina. Hay que
cenar. Pero da pereza cocinar. Escucho al perro ladrar. Suelto un suspiro. No
le hagamos esperar más.
Recorro el mismo
camino que por la mañana. Me paro en una maquina de patatas. Cojo una bolsa. De
camino de vuelta me la voy comiendo sin mucho apetito. Miro al cielo. Las
estrellas brillan. Bostezo. Tengo sueño.
Dejo al perro en su
casita. Él muy rápidamente se mete dentro, da un par de vueltas y se estira.
Cierra los ojos, él también tiene sueño. Normal, me despierta cada mañana
demasiado temprano. Entro a casa. Una luz me distrae. Un mensaje en el
contestador.
“Hola, soy yo. ¿Cómo estás?
Solo quería saber... No sé porque te estoy llamando. Seguro que borraras el
mensaje tan siquiera escuchar mi voz. Mañana hará un año. Que tonto, seguro que
lo sabes... Bueno, espero que estés bien. Cuídate”
No borro el mensaje.
Me quedo varios segundos mirando el contestador. Mañana hará un año. Tiene
razón. Me acuerdo. Imposible olvidarme. Cada noche mis sueños me lo recuerdan.
Me pongo el pijama y
me acuesto. No puedo dormir. Doy varias vueltas en la cama. No sé cuando, ni a qué
hora. Pero al final me quedo frita y... comienzo a soñar.
necesito saber que soñaba >.<
ResponderEliminarPues lo sabrás... Próximamente :) Paciencia
Eliminar