26 febrero 2012

Capitulo 4 "Amar al destino"


El hombre lobo, también conocido como licántropo, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo. Se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos (probablemente junto con el del vampiro), y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de "hombres bestia".
En el folclore y la mitología, un hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito o involuntariamente, a causa de una maldición o de otro agente exterior. El cronista medieval Gervase de Tilbury asoció la transformación con la aparición de la luna llena, pero este concepto fue raramente asociado con el hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción moderna. La mayoría de las referencias modernas están de acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado si se le dispara una bala de plata, aunque esto es producto de la narrativa moderna y no aparece en las leyendas tradicionales. Como dato adicional, en el folclore se cree también que ha existido una fuerte rivalidad entre vampiros y hombres lobo, debido a que pertenecen a una misma raza de criaturas. Los licántropos, al haber renunciado a los poderes vampíricos para obtener una forma física superior, se ganaron el rencor de sus parientes.


Año 1998


Otra noche más vagando en mi propia soledad. Mis patas estaban heridas de la última batalla contra aquellos asquerosos chupasangres.  Esta vez había acabado con dos de ellos, lastima que fueran unos novatos. El muy cobarde de Allen me había mandado a su podrida servidumbre para matarme, pero habían fallado. Lastima que no llegara a tiempo aquel día...
>Jer, ¿estas bien tio? Hace semanas que no sabemos nada de ti, ¿por donde andas pulgoso?
Escuché esa voz en mi cabeza en cuanto me estiré a descansar. Era la voz de mi mejor amigo, Jonas. Era otro hombre lobo como yo, o licántropo como se prefiera decir. Pertenecíamos a misma manada aunque yo siempre iba a mi aire. No soportaba las órdenes y menos cuando todo dependía de mi. Jer tu eres la llave de todo me decían. ¡Pues que se metan la llave por...!
>Me atacaron unos chupasangres de pacotillas, pero terminé con ellos. La putada es que me han mordido las patas y ahora tengo su asqueroso veneno por mi sangre y no puedo cambiar de estado para curarme. Y pulgoso lo será tu padre Jonas.
>Jajaja Eso mismo le digo yo, pero igual que tu no me hace caso. ¿Quieres que me pase a por ti?
>No, me las se apañar solo. Tú vete a hacer que lo fueras a hacer y déjame tranquilo.
Por fin me dejo tranquilo. ¡Joder! En realidad me iría bien tener a alguien cerca... Estas heridas van a tardar toda la noche en curarse y ahora mismo estoy totalmente indefenso. Encima se ha levantado una niebla espesa. Bueno, mejor será que me levante e intente buscar algún sitio seguro. Durante media hora estuve vagando sin saber exactamente a donde iba pero sentía que había una cuerda atada a mi cuello que me llevaba a algún lugar en concreto. Un lugar muy familiar para mí, relacionado con mí pasado...
- ¡Blair! ¿Qué estas haciendo? – esa voz..., me suena, aunque parece haberse dulcificado con el tiempo.
- Preparo una pócima. Con esto seguro que nada malo ocurrirá esta noche – en cambio esta voz no me sonaba de nada.
- ¿Una pócima? Blair, eso no funcionará.
Las voces cada vez se escuchaban más cerca. Me escondí detrás de un gran árbol. Delante de mí había un pequeño claro en el bosque donde dos chicas estaban sentadas encima de unos troncos adorando a un pequeño fuego. Encima descansaba una cazuela de cocina. Algo se hervía dentro.  Una chica morena me daba la espalda. La otra estaba de pie removiendo el contenido de la cazuela con una cuchara de madera. Tenía el pelo del color del fuego. No la pude ver mejor. Si no estuviera tan herido quizás hubiera podido agudizar más la vista.
- Ya verás querida amiga, esta noche nunca más dirás que esto no funcionará – dijo la del pelo leonino.
- ¿Y como puedes estar tan segura?
- ¿Viene tu tía? – la morena movió la cabeza en forma de asentimiento – Pues entonces créeme en lo que te digo.
- Si tú lo dices... Desde que nos conocimos en aquel internado no te he escuchado decir nada con sentido, pero nunca fallas, eso te lo voy a tener que reconocer.
Rodee el pequeño claro para poder ver un poco mejor a la chica de pelo castaño. La cuerda me atraía hacía ella. Como aquellas dos veces años atrás. De repente alguien me tocó la cabeza.
- ¡Ostias! Un lobo – era una voz de chico – Holly, mira hermanita, un lobo.
La chica giró la cara al momento y me miró a los ojos sorprendida. Holly... Esa chica era la misma niña que me salvó una vez. Había crecido bastante. Y su cuerpo..., había madurado. Las curvas empezaban ya a ser visibles. Se había convertido en una chica delgada, con cintura pequeña y pechos pequeños, por ahora. Su rostro, digno de una hada, era..., no había palabras, unos labios finos pero sugerentes, una nariz algo chata pero sin desentonar y sus ojos..., de un  color violeta oscuro que me hacían perderme. Las piernas dejaron de sostenerme y me caí de bruces.
- ¡Oh! – Holly se me acercó – Tiene las patas heridas – Alcé la mirada y la miré directamente a los ojos – Tranquilo mi lobo, Holly te curará de nuevo – me reconoció, ¿por qué no me sorprendía?
Para una niña es fácil olvidar lo vivido cuando se es pequeña. Pero el saber que ella me recordaba me reconforto bastante.
- Déjame que me ocupe yo Holly – dijo la otra chica, Blair.
- No, deja que se ocupe Holly – le contesto el muchacho – El lobo quiere que así sea.
- ¿Y tu como narices...?
- Da igual, me ocupo yo porque quiero – apartó la vista de mi y les miró a ellos – Ahora iros para la casa y disimular, si la intrusa se entera que hemos estado aquí es capaz de talar el bosque.
- No creo que sea capaz de... – empezó a decir Blair.
- Sí, lo sería – dijo el muchacho.
- Gracias Max, ahora... – y les señaló con la mano la dirección que debían tomar.
A los pocos segundos ya estábamos solos. Como aquella noche. Solo que ahora no era de noche, faltaban aun unas pocas horas para ello.
- ¿Te has vuelto a hacer daño eh? – Holly se acercó más a mí para mirar mis heridas, en realidad por mucho que mirase no iba a poder a hacer nada. Si una humana tocase el veneno de vampiro podría morir. Acercó su mano y yo me aparté con dificultad – No te voy a hacer daño, ya lo verás – se arrancó un trozo de tela de su camiseta.
Tragué saliva. Al arrancar aquel trozo tuve ciertas dificultades para seguir respirando. ¡Pero si es una niña! Yo podría ser su abuelo, no, su tatarabuelo. ¿Por qué narices me tenía que poner tan nervioso con solo ver la piel de su barriga? Era lisa y parecía muy suave. ¿Pero que...? Holly me tocó las heridas pero el veneno no surtía el mismo efecto en ella. ¿Podría ser que ella no fuera...? ¡Pero es imposible! Ella es humana.
- Ya están casi limpias – torció los labios en una medía sonrisa, en su mejilla derecha apareció un hoyuelo que hizo que su rostro  pareciera más inocente – Eres un imán para los problemas ¿eh? Pero no pasa nada, ya están casi curadas – miré mis patas ¡La loba que me pa...! Pero si apenas se veían las cicatrices – Será que no puedo negarlo más – soltó una risilla traviesa – La magia corre por mis venas, aunque no quiero hacerlo ver a nadie. A mi padre no... – se paró en seco unos segundos, negó varias veces con la cabeza y continuo hablando – Esto ya está.
Me puse de pie. Estaba como nuevo. Ahora si quisiera podría volver a mi aspecto de humano. Holly me acarició tras la oreja. Mmm... Me volvía loco con esa caricia. Me relajaba músculos y mente, me hacía olvidar los malos momentos.
- Me alegró mucho de verte lobito, pero ahora me tengo que ir – se miró la camiseta y se encogió de hombros - ¡Bah! A la intrusa no le va a gustar... – no pareció preocupada – Bueno, no puedo retrasarme, una no puede faltar a su fiesta de cumpleaños. ¡Quince ya! De aquí nada ya me empezaran a salir arrugas como a las brujas – se rió como si hubiera dicho un chiste – Adiós lobito, espero volver a verte algún día.
Y se fue por el mismo camino por el que se habían ido los otros dos. Me dejó aturdido. ¿Qué narices había pasado aquí?


-Holly Elisabeth Mary Backer ¿dónde te has metido? – gritó la intrusa desde lo alto de la escalinata – Tenemos tres horas para vestirte y arreglarte, ¿tu crees que tenemos tiempo suficiente para hacer maravillas?
¡Dios! Como la odiaba. ¿Se pensaba que la iba a tratar mejor después de mandarme a un internado nada más casarse con mi padre? Menos mal que también mando a Max, no habría podido soportar aquel lugar sin él. Bueno, allí conocí a Blair, mi mejor amiga. Es una chica un tanto loca, extrovertida, simpática y... En fin, ella es ella. Subí la escalera a regañadientes. La única razón por la que me dejaba hacer por Rosemary era porque esa era la condición para que Jane y mi abuela pudieran venir a mis fiesta. Mi padre andaba refunfuñando todo el día pues él no estaba de acuerdo. Por primera vez Rose me la daba a mi.
- Cariño, es un día especial. Holly también tiene derecho a disfrutar de este día. No siempre se cumplen quince años – dijo mientras miraba a los ojos a mi padre, él acepto como hipnotizado.
Así que no había remedio. Me peine, me vestí como Rosemary quería. El pelo a medio recoger con tirabuzones – más cursi imposible – y un vestido blanco y virginal sin el más mínimo detalle. Solo me faltaba un osito de peluche y parecía una niña grande. Me dejo a solas una vez satisfecha. Dos segundos más tarde Blair se colaba por la puerta.
- Tia, estas... – no encontraba palabras.
- ¿Horrible? – hice una mueca de desagrado.
- Mona – y empezó a desternillarse de risa.
Pase de ella y me miré en el espejo dejando escapar un suspiro. Esta noche era muy importante. No solo daba un paso importante como mujer sino que también conocería muchas más cosas. Cosas que nunca he llegado a creer del todo. Es cierto que podía curar heridas con solo pasar mi mano por encima, además que cuando yo me hacía daño las heridas no tardaba más de unos minutos en sanar, cicatrizar y desaparecer. Como si nunca hubiera existido. Miré a mi amiga que toqueteaba mi joyero buscando algún complemento. Blair Stone también era de una familia adinerada, gracias a eso podía venir a mi casa. A la intrusa no le gustaba la gente sin dinero, si me hubiera echo amiga de cualquier chica que había entrado en el internado por las notas no me hubiera dejado invitarla a mi fiesta.
Mi amiga sonreía satisfecha al ver su imagen en el espejo. Ella se había dejado el pelo anaranjado suelto y rebelde, pero para darle algo de clase se había puesto una orquilla con forma de mariposa, de color verde, como su vestido. Siempre llevaba ropa de lo más llamativa. Camiseta roja con falda verde y leggins amarillos..., vestidos de todos los colores con zapatos totalmente opuesto al color que llevase ese día. A mi me hacía mucha gracia, porque de cierta manera, me recordaba a mi madre. Aunque ella siempre iba bien conjuntada a pesar de los colores vivos. Como la echaba de menos. Habían pasado dos años desde aquel fatídico día y aun no habían encontrado a ningún culpable, tampoco es que viera a mi padre muy preocupado por hacer algo por saber quien asesinó a su difunta esposa. Estaba demasiado embobado con la intrusa como para pensar en algo que no fuera ella. Ni siquiera me hacía mucho caso. Tampoco es que nos viéramos mucho desde que me llevaron a aquel internado.
Pero ahora eran vacaciones de verano y mi cumpleaños. No tenía que importar nada, salvodisfrutar este pequeño tiempo de libertad. Además por fin podría ver a mi tía. La necesitaba tanto.... Nos mandábamos cartas continuamente poniéndonos al tanto de todo lo que sucediese en nuestro día a día pero cada vez me sabía más a poco. Volvieron a picar a la puerta, era Tia la cocinera.
- Señorita, me ha dicho la señora que ya puede bajar, los invitados están esperando su presencia.
- Dirás mejor, los vejestorios esperan su presencia – la corrigió Blair.
- Esta bien Tia, gracias – iba a irse pero le tenía que decir algo - ¿Ha venido mi tía ya?
- Todavía no, pero no tardara en llegar – me guiñó el ojo y se marchó.
Me miré por última vez en el espejo. Me puse el collar con la piedra que me regaló mi abuela y Blair y yo salimos de mi habitación. Se escuchaban muchas voces, la mayoría de gente que ni siquiera conocía.
Bien cierto era que no sabía que era lo que me depararía la noche. El mañana sería algo distinto a partir de ahora. Pero de una cosa estaba segura, mi madre estaba conmigo, podía sentirla. Dentro de mi, en el lado izquierdo de mi pecho, el corazón.


2 comentarios:

  1. no me cae bien la madrastra, a ver si se muere ya!

    pD: me ha encantado la versión con voz que has incorporado

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te encanta matar a mis personajes... XD

      PD: La versión leída se puede volver a repetir, prometo entonar más XD

      Eliminar