29 febrero 2012

Capitulo 5 "Amar al destino"


Akelarre fue el nombre que se le dio a las reuniones nocturnas en las que las mujeres consideradas brujas se reunían. También se las conoce como Sabbath (pero no hay que confundir a éste con el día de descanso según los judíos, que también es el sabbath). La palabra akelarre procede del euskera, de la unión de aker+larre, que literalmente se traduciría como "prado del cabrón" o del macho cabrío.
Se acusaba a las mujeres de usar estas reuniones como provocación, de invocar en ellas al diablo (el macho cabrío) para pactar con él, de llevar a cabo toda suerte de orgías en las que participa también el demonio, de hacer sacrificios o ritos malignos que causaban mal al pueblo... Aunque realmente, a estas reuniones no acudían extraños, con lo que esto no son sino elucubraciones e hipótesis hechas muchas veces desde el miedo o el rechazo. Probablemente el que una serie de mujeres se reuniesen por su cuenta no resultaba normal en la época y daba pie a rumores infundados, más aún si la reunión era por la noche, pero no hay pruebas de que realmente se realizaran esos sacrificios. Sí se sabe que se reunían, que bailaban desnudas bajo la luna, que preparaban infusiones con hierbas que ellas mismas solían recoger... poco para los castigos que sufrieron muchas de ellas después. También es posible que algunas de las cosas con los que se asociaron los akelarres sucedieran de algún modo provocadas por las propias supersticiones de la época, que conseguían que las mujeres llegaran a autosugestionarse hasta el punto de tener alucinaciones que luego relatarían (en las que sí que podría aparecer una imagen que les recordara al demonio).

Aun no habíamos bajado por las escaleras cuando Blair se paró en seco. Se llevo las manos a la cabeza.

-          Espérame aquí, enseguida vuelvo – no me dejo decir nada, no había terminado la frase cuando ya se estaba yendo.

Desde abajo llegaban las voces de la gente que había venido a mi fiesta. Me había levantado con muchas ganas, llevaba esperando este día desde que era pequeña, pero ahora se me antojaba agobiante. Mucha gente y muy poca era conocida. Gente que en realidad ni me conocía y ni ganas tenía. Tenía el consuelo que al menos las personas que más quería iban a estar presentes, aunque fueran pocas.

-          Ya estoy aquí ¡Casi se me olvidaba! – en la mano llevaba un frasquito pequeño trasparente con un liquido amarillento – Tienes que bebértelo antes de bajar – me sonrío satisfecha.

-          ¿Eso es lo que estabas preparando esta tarde? – no tenía muy buena pinta, la verdad.

-          Sí y ya lo sé, el color no incita a bebértelo, pero me has dicho que me harías caso ¿recuerdas? – alzó una ceja.

-          Si – dijo apesadumbrada.

No tenía más remedio que cumplir con mi palabra. Cogí el frasquito y le eche un vistazo. Al menos si esto me mata no tendré que soportar al imbécil de Tomas nunca más. Lo destapé, me tapé la nariz y me lo tragué de una sola vez. Para mi sorpresa no sabía nada mal. Es más, creo que sabía a melón. Blair se rió ante mi expresión, me cogió del brazo y bajamos.

No conocía a nadie. No veía por ningún lado a Rosemary ni a mi padre. La gente se me iba acercando y me iba saludando. Me dijeron tantos nombres que al tercero ya deje de intentar recordarlos. Blair no se separaba de mí ni un ápice. Se lo agradecí con toda mi alma, aunque ella no lo supiera me estaba haciendo un gran favor.

-          Hermanita, estas... – me miró de arriba abajo. Por favor, que no diga que estoy mona, será la numero cien desde que he bajado por las escaleras – encantadora – había aguantado el aire y fue escuchar eso y dejarlo escapar de golpe. Max siempre me tranquilizaba con sus palabras, era como si supiese lo que quería oír en cada momento - ¿Cómo llevas la noche de tu cumpleaños?

Error. Esa no era la pregunta correcta. Esto no parecía un cumpleaños, más bien era una reunión del asilo. ¿Cómo conocía la intrusa a tanta gente mayor? Seguro que los había invitado solo para sentirse más joven. La semana pasada se encontró una arruga en la cara y se paso tres días encerrada en su dormitorio pringándose la cara de crema.

-          No te preocupes hermanita, si esto resulta ser tan aburrido como parece serlo nos vamos los tres al bosque – se acercó a mi oído – Se donde guarda el viejo Henry su botella de brandy – yo me reí por lo bajo.

-          Max, la noche solo a comenzado – comenzó a decir Blair – A Holly le esperan muchas sorpresas y te aseguro que no se va a aburrir.

Acto seguido me arrastró hacía un lugar donde había menos gente. La verdad es que Blair no le tenía mucha simpatía a Max. Según ella siendo el hijo de tal persona no debe ser tal como aparenta. Pero la verdad es que Max siempre ha sido amable conmigo y se ha mostrado muy generoso. Cuando todo cambió en mi vida el estuvo allí para darme un mano y poder andar a su lado para seguir adelante.

-          Tu tía y tu abuela están por venir – dijo Blair mientras tenía fija la mirada en la puerta de la entrada.

-          ¿Cómo lo...? – no pude terminar la frase, la puerta se abrió.

Allí estaban. Mi verdadera familia, por la que nunca había sentido rechazo. Los pies se me movieron solos. En dos segundos estaba en los cálidos brazos de mi tía.

-          Felicidades cariño – me dijo mientras me apretaba más fuerte hacía su cuerpo – Tu madre estaría orgullosa de la bella mujercita en la que te estas convirtiendo. Pero... – me miró de arriba abajo - ¿de quien ha sido la idea de este vestido? – y puso una cara de burla.

-          De la... de Rosemary – me mordí el labio inferior avergonzada.

-          ¡Bah! – espetó de golpe mi abuela – Esa chica nunca entendió nada – me miró y me sonrió - ¿No le vas a dar un beso enorme a tu abuela? – y extendió los brazos hacía mi.

Al abrazar a mi abuela sentí como una pieza dentro de mí empezaba a encajar, o más bien, como si me dieran la pieza que me faltaba. El contacto de aquel beso en su mejilla arrugada hizo que mi vello se erizada a notar una corriente por todo mi cuerpo. El contacto de una mano sobre mi hombro me saco de mi sorpresa.

-          Holly, deja respirar a tu abuela – era Rosemary – Me alegro de que hayáis podido venir. Holly estaba ansiosa por veros – sonrío forzadamente – Pero claro, hoy es un día importante, no me extraña que este nerviosa, ¿no Jane?

-          Por supuesto Rosy – Rose hizo una mueca de fastidio al escuchar su nombre – Estamos muy contentas de estar aquí hoy. Al fin y al cabo hoy no solo es un día importante para ella.

-          ¡Hermana! – grito mi padre haciéndose paso entre la gente – Me alegro tanto de que estés aquí – mi tía le mató con la mirada, al parecer, ella tampoco le había perdonado nada de lo sucedido tras su marcha – Por favor, instalaros en las habitaciones y uniros a todos.

Rosemary y mi padre se fueron a hablar con unos amigos y mi tía, mi abuela, Blair y yo fuimos arriba. Era un alivio librarse de tanto agobio. Mucha gente se quedaba esta noche a dormir en casa por lo que a mi tía y a mi abuela les toco dormir en una misma habitación con camas separadas.

-          Blair, ¿se lo has dado? – dijo mi tía mientras dejaba la maleta sobre la cama.

-          Por supuesto, todo va según lo previsto – parecía satisfecha consigo misma.

-          Bien – mi tía volteo sobre si misma y me miró – Holly por fin ha llegado el día, el día más importante para todas nosotras.

-          ¿Qué día? ¿Tan importante es mi cumpleaños? – me gustaría que alguien me explicara de una vez por todas de que iba todo esto.

No entendía porque Rosemary parecía conocer a mi tía, ni porque esta le había llamado Rosy. ¿Qué tenía de especial mi cumpleaños?

-          Hoy, Holly, decidirás tu futuro – dijo mi abuela.

-          ¿Mi futuro? ¿Quieres decir que tengo que decidir ya que es lo que voy hacer con mi vida?

-          De alguna manera si – continúo mi tía – Hoy decidirás en que bando quieres estar.

-          ¿Bando de qué? – estaba totalmente confundida.

-          ¿Todavía no te has dado de quien eres? ¿De quien desciendes? ¿Cuál es tu misión? – dijo Blair.

-          No se de que me estas hablando – espeté. Pero la verdad es que tenía cierta idea a lo que se refería. Se refería a algo que ya Max me contó. Aunque ese día y los siguiente yo no quisiese creerlo las pruebas hablaban por si solas. ¿Por qué sino iba a ser capaz de curar con mis manos sin que me hiciera falta ningún tipo de medicina?

-          Hija mía, eres una bruja – anunció mi abuela – Una bruja de verdad, como nosotras – las miré a las tres, me devolvieron una sonrisa cómplice – Tu madre, mi hija, también lo fué. Era de las mejores. No había hechizo que no supiera. Ni alma que no quisiera sanar.

>> Debería explicarte que las brujas siempre hemos existido. Incluso antes que se dieran a conocer. Seguro que habrás escuchado hablar que las brujas invocan al demonio o cualquier barbaridad semejante. Déjame decirte, mi niña, que eso no es cierto. Nosotras amamos a la madre tierra ya que es ella la que nos da la vida. Nos da la fuerza y su sabiduría. Pero... como en todo no todo el mundo piensa igual y se crea la rivalidad por el poder.

>> Hace muchos años, más incluso de los que te puedas imaginar, la tierra vivía en paz y armonía con todos lo seres vivos. Ella nos otorgaba su fuerza y nosotros nada más teníamos que amarla y protegerla. Pero hubo una mujer que creyó que se podía sacar más provecho de la vida. Quería utilizar el poder de la madre naturaleza para hacerse más fuerte creyendo poder ser mejor que su diosa. Muchas más mujeres la siguieron en su visión pero hubo de otras que se negaron. Esto hizo que se crearan dos bandos enfrentados entre ellos. 

>> Comenzó una lucha por el poder. La madre naturaleza no actuó, no intervino, no ayudo al bando que quería protegerla. Por lo que muchas de sus seguidoras se aliaron al otro bando. Aun así la lucha siempre estuvo igualada. Pero un día, una de las fervientes seguidoras de nuestra señora, cayó. La líder se fue al altar de la diosa, con lágrimas en los ojos por la perdida, y le rogó:

>> Señora, vos que sois la más buena, la más poderosa, la más bella ayúdanos a buscar la luz, la paz. No queremos ninguna perdida más. Nosotras amamos tanto como vos lo que nos rodea y, lamentablemente, odiamos esta guerra por tener que luchar con lo que fueron un día nuestras hermanas. Guíanos en el camino, protégenos contra mal. La diosa no contestó  pero delante de ella se materializo un objeto con destellos de múltiples colores. La joven comprendió que eso era lo que las salvaría.

>> Al día siguiente, en la batalla, la muchacha se presentó con el objeto. Antes de dar el aviso de ataque lo alzo al cielo. En su interior suplico por la paz mientras que por sus ojos brotaban lágrimas. Los destellos de luz del objeto se intensificaron y alcanzaron a todos los presentes, dejándolos ciegos por unos segundos. Cuando pudieron volver a ver se dieron cuenta que la mujer que inicio la batalla había desaparecido y sin ella las fuerzas que las animaba a la lucha.

>> Aunque ese día la batalla finalizó las ideologías de las hermanas no desapareció, igual que ambos bandos. Aquel objeto no se volvió a encontrar o quizás las hermanas que buscaban la paz definitiva lo escondieron para que nadie sacara de allí el mal. Pero se inició una búsqueda y con ella querellas entre ambos bandos. Y así continua siendo en la actualidad.

Mientras mi abuela me lo explicó podía ver ante mi todas las imágenes de aquellos momentos. La lucha, la furia, el deseo por el poder, el ansia de paz... una lucha de sentimientos se desató en mi interior. Notaba como dos hilos tiraban de mí en direcciones contrarias como si de eso les fuera la vida. Deje de ver lo que tenía frente a mí. Las fuerzas me fallaron y caí de rodillas al suelo. Alcé la mirada y me vi rodeada de bosque y vegetación. Una brisa fresca con olor a flores trajo el canto de los pájaros a mis oídos. Frente a mi había un camino, un camino que llevaba a una pequeña ermita. Conseguí levantarme con dificultad y seguí el camino. La ermita se veía vieja y desgastada por el tiempo. La puerta de madera estaba llena de vegetación. Mucho me temía que estuviera atrancada pero cuando fui a empujarla esta se abrió sola.

Una luz me cegó a la vez que llenó de calor y energía mi cuerpo. Me sentía capaz de todo y a la vez de nada. Noté como alguien ponía sus manos frías en mis hombros. Abrí con dificultad los ojos y ví a la mujer mas bella del mundo.  Tenía los cabellos del color de la avellana, largos con ondulaciones y una cinta hecho de flores de cerezo. Su piel era del color del marfil. Sus ojos cristalinos me miraban con ternura y sus labios finos y rosados me sonreían. Llevaba un túnica de un verde pálido con una cinta en la cintura de un verde más oscuro. 

-          ¿Quién eres? – pregunté en un suspiro de admiración.

Su sonrisa fue más amplia pero no contestó. Sus manos se posaron en mi corazón y una luz llena de colores brotó de todo mi cuerpo.  Luego vi una secuencia de imagines de las cuales no saque nada en claro. Salía mi tía, mi abuela y Blair frente una hoguera cantando mi nombre. Luego vi a mi lobo corriendo a la desesperada hacía un fuego. Me sentí caer y un hombre de ojos verdes me cogió del brazo y me sacó. A los dos segundos me encontraba en un callejón oscuro y escuché la voz algo mas grave de Max en mi cabeza. Quise cerrar lo ojos y no ver nada pero la última imagen me dejo paralizada. Veía mis manos llenas de sangre, mi corazón latió con dolor y de mis labios salió un rugido. Luego no vi nada, solo escuché:

-          ¡Ya vuelve! – la voz de Blair.

Cuando desperté estaba en mi cuarto y mi querida familia me observaba. Mi abuela me sonreía, mi tía me abrazó y Blair no paraba de carcajear.

Me sentía diferente. Pero no lograba recordar nada. Hace un momento estaba escuchando la historia de la abuela y ahora estaba en mi cuarto. Mi tía se separó de mí y dijo:

-          Será mejor que bajemos a tu fiesta o Rosy se enfadará – y rió para si.
Todas bajamos. Nadie había notado nuestra ausencia salvo Max que cuando nos vio se lanzó hacía nosotras. Me miró con cara interrogativa y luego sonrió.

-          ¿Pasa algo? – le pregunté.

-          No, nada, todo esta genial – y se cruzó de brazos satisfecho.

Al poco rato me sentí agobiada. No conocía a casi nadie. Mi tía y mi abuela se pusieron a charlar con unas mujeres. Blair fue de caza a la mesa de la comida y no la volví a ver. Max fue secuestrado por una mujer de cabello canoso que le empezó a preguntar cosas sobre su vida. Así que viéndome sola y con calor salí al jardín con la intención de guarecerme durante un rato en mi bosque. Pero, justo antes de traspasar el umbral de la puerta, noté una mirada en mí. Un hombre, al fondo de la sala, me miraba con intensidad. El color verde de sus ojos hizo palpitar mi corazón con velocidad. Iba vestido de negro. La camisa la llevaba un poco abierta y dejaba ver el vello de su pecho. Tenía los brazos cruzados. Sus labios se curvaron en una sonrisa torcida pero a la vez atractiva, atrayente.  Cerré los ojos fuerte pensando que eran imaginaciones mías, y así fué, porque cuando los abrí, él ya no estaba. 

1 comentario:

  1. el liquido amarillo era droga y todo fue un sueño de resines!!!

    pD: que haya serie de trueblood y no de esto me parece una ofensa

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