Huyo de lo que me sigue; voy detrás de lo que huye de mí.
Ovidio
Las voces al otro lado de la puerta me reclamaban. Matt no me dejaba
avanzar hacía ella. Quería decirles “estoy aquí” pero algo, aparte de Matt, me
lo impedía. Mirándole fijamente las palabras no salían de mi boca. ¿Estaría
utilizando su poder hipnótico conmigo? De repente me entro sueño y mis ojos se
fueron cerrando lentamente hasta que no pude más y me deje caer encima de unos
brazos que no querían dejarme marchar.
La entrada a la guarida estaba porteada por dos vampiros. Estaban al
tanto de cualquier sonido. No podíamos hacer ningún paso en falso o sería
nuestra muerte.
-
¿Qué hacemos? – susurró el chaval de pelo castaño.
La pelirroja señalo a unos arbustos altos. Nos dirigimos allí con la
gatita pisando nuestros pies. Los arbustos eran suficientemente altos para que
no nos vieran, pero eso no impedía que pudieran escucharnos. Quería entrar y
hacerlo ahora. No se que fue lo que me llevo a ir a la casa de aquella chica.
Sentí que pasaba algo y tuve más certeza de ello cuando el rastro de su ventana
era de un vampiro, de Matt, mi hermano pequeño. ¿Qué le había pasado por la
cabeza para llevarse a la chica? ¿Tan importante era como Mikael me dijo?
Según lo que me contó la chica era una pieza importante en la batalla.
Ella tenía la clave para vencer. Me quede impresionado cuando Mikael me contó
que ella estaba en la parte que nos favorecía. Era una bruja de magia blanca. Y
al parecer una de las poderosas. Hija de Amanda, la bruja más poderosa de los
últimos tiempos, la cual fue asesinada en manos del bando oscuro. La gente lo
desconoce, pero en mi manada no tuvo ninguna duda de quien fue el asesino.
Gracias a que teníamos alguno de nosotros trabajando en la policía pudimos
descubrir que tenía unas marcas de colmillos en el cuello. Le habían partido el
cuello y luego le habían bebido la sangre hasta dejarla seca. Sea quien fuera
quien bebiera su sangre era más fuerte. Los vampiros se alimentaban de brujas
cuando su deseo era ser más fuerte.
A lo mejor ese es el mismo plan que tenían con Holly. Aunque lo dudo
mucho. Siete noches y aun Blair notaba su aura. Si beber su sangre era lo que
ellos querían ya lo habrían hecho nada mas llegar a la guarida.
-
Eh tu guapo, ¿cómo vamos a entrar? – la miré y le
tapé la boca al momento, ella apartó mi mano – No te preocupes, he creado una
barrera insonorizadora. No nos pueden escuchar.
-
Vaya, si al parecer eres lista – le dije medio en
broma – Bueno, tendríamos que exterminar a esos dos antes de que dieran la voz
de alarma, pero vosotros dos no es que sepáis mucho de vampiros.
Ambos me miraron con una sonrisa de suficiencia. ¿Me equivocaba?
-
¡Ay! Nunca me explicaron que los licántropos eran
tan ignorantes – dijo Blair – Deberías saber, querido lobito, que los dos
estamos entrenados para exterminar a cualquier ser que amenazara la vida de
Holly – miré al chavalin incapaz de creer que él si que supiera algo.
-
No me mires así – su voz era feroz – Se como
clavarle una estaca a un vampiro antes de que este note que estoy a su lado, mi
capacidad para leer la mente no se limita a solo eso, puedo bloquear los
movimientos de cualquiera, inmovilizarle.
-
Vaya, pensaba que solo era un simple mentalista.
El chaval se me acercó y me encaró.
-
Te equivocas. Lo que yo no entiendo es que haces tú
aquí. ¿Por qué quieres ayudarnos?
Aparté la vista al momento. ¿Cómo explicarlo si ni yo mismo lo
entendía? Algo me atraía a esa hermosa y delicada bruja. No podía cerrar los
ojos sin que esos ojos violetas me estuvieran mirando. No podía pensar en otra
cosa que no fuera ella. ¡Y me jodia mucho! ¿Cuándo había perdido yo la
cabeza?
-
Que más da – conteste al final – ¡Un humano como tu
jamás entendería esto! Ahora, a la acción.
El silencio se prolongo unos segundos. Luego Max hizo una señal para
indicarme de quien se encargarían ellos. Vale, genial. El más grande para mí.
Eso estaba empezando a ser divertido. Max se concentró y se quedó mirando al
vampiro. Yo me alejé mientras no apartaba la mirada de mi presa. Cuando estuve
seguro que el otro estaba totalmente paralizado me transformé al vuelo y
tumbaba al vampiro. Le rugí en la cara. El vampiro me mostró sus colmillos
amenazantes. Solo tuvo tiempo para abrir fuertemente los ojos cuando arranque
su cabeza de cuajo. Giré la cabeza para observar al otro. Una llama de fuego lo
convirtió en cenizas en cuestión de segundos.
Blair y Max salieron tras los arbustos. Le hice una señal a la brujita
para que terminara mi trabajo. Otra llama de fuego salió de entre sus manos.
Las cenizas se las llevaron el viento mientras los tres nos plantábamos
enfrente de la entrada.
-
Vamos – dijo la pelirroja – Holly nos espera.
-
Jane dice que se queda aquí, podría ser peligroso
para ella si se encuentra con la intrusa.
-
Está bien – contestó Blair – No perdamos más tiempo.
Corrimos por los pasillos laberínticos guiados por la brujita. A
nuestro paso íbamos matando a cualquier vampiro que se interpusiera en nuestro
camino. No tenían salida. Éramos un equipo infalible pero estos no eran más que
vampiros de rango inferior, débiles e inexpertos. La cosa se nos complicaría si
un vampiro del nivel de Allen se nos enfrentara.
-
¡Holly! – grito Blair cuando el camino se terminaba
en una gran puerta.
Frené en seco mientras ellos seguían corriendo hacía la puerta. Me
volteé y rastree con la mirada cada rincón. Por aquí ya habíamos pasado, nuestros
olores estaban por todas partes. Una sombra a lo lejos se fue acercando hacía
nuestra dirección. Una mujer de cabellos rubios y ojos verdes se paró a varios
metros frente a mi.
-
No la encontrareis – dijo – Un encantamiento os hará
dar vueltas y vueltas por toda la guarida, pero nunca encontrareis a Holly.
-
¡Mama! – dijo Max - ¿Qué haces tú aquí?
¿Su madre?
-
Hola hijo, cuanto tiempo sin vernos. Espero que no
me hayas echado mucho de menos, aunque no lo pareció cuando salí de aquella
casa.
-
Dinos donde esta – dijo Blair con voz sombría
haciendo aparecer una bola de fuego en su mano derecha.
-
Jajaja, ¿una bolita de fuego? ¿Con eso quieres
matarme? – se llevó una mano a la boca y soplo en ella, luego hizo ademán de
lanzar algo. La bola de fuego se esfumó – Tu poder no es nada, aunque...
-
¡Basta! ¡Dinos donde esta Holly ahora mismo Rose! –
grito Max avanzando unos pasos hacía su madre.
-
Que seas sangre de mi sangre no me impedirá hacerte
daño – levantó la mano y una fuerza invisible hizo que Max saltara por los
aires y chocara contra el techo, cayendo después al suelo - ¿Nunca te han dicho
que debes respetar a tus mayores? – y rió maléficamente.
Me acerque a Max y con mi hocico le ayude a levantarse. Se había roto
un par de costillas. Rugí a la mujer preparado para atacar. No es que me
llevara muy bien con el chaval pero le tenía respeto. Cuando la miré ya no
estaba.
-
¡Suéltame! – grito Blair – No..., puedo...,
moverme... Bruja vieja y arrogante... me las pagaras...
La mujer estaba al lado de Blair sin tocarla. Una cuerda
electromagnética la tenía atada sin dejarla hacer cualquier movimiento.
-
¡Suéltala! – dijo Max – Agghh...
-
No lo intentes Max, tus poderes psíquicos no pueden
hacerme nada, ya no. He tenido mucho tiempo para ponerle remedio – cogió a
Blair por el brazo – Nos vemos – y desapareció.
Volví a mi forma humana. No podía ayudar a Max de esta manera. La cogí
apoyando su brazo en mi espalda y aguantando parte de su peso.
-
Tenemos que ayudar a Blair... – dijo sin apenas
conocimiento.
-
Ahora no podemos... Tenemos que salir de aquí y
buscar ayuda – le escuché quejarse – Joder, hazme caso. Tú estás herido y si
vinieran cualquier chupasangre ahora mismo no podríamos hacer nada.
Olfatee y busque la salida. El rescate no había salido bien. En vez de
recuperar a Holly habíamos perdido a Blair. La situación se estaba volviendo
más oscura. No me quedaba más remedio que pedir a ayuda a mi familia, a mi
manada.
La cabeza la tenía nublada. Aun tenía sueño. Aparté las sabanas de
encima mío y miré a mi alrededor. Sola otra vez. Me levanté y me acerqué a la
puerta. Tire de ella pero seguía cerrada. Entonces me acordé de la voz de Blair
llamándome. La había escuchado. Estaba segura de que había sido totalmente
real.
Mire a mí alrededor. Debía salir de aquí como fuera. Tenía que
aprender a usar bien mis poderes.
Encima de una butaca descansaba un vestido de seda. Me acerque y lo
cogí con mis manos. Tenía que ponerme algo de ropa limpia. Llevaba una semana
con la misma ropa y era incomodo. Me puse el vestido aprisa. Me estaba bien.
Sea quien fuere quien lo hubiese elegido había dado con la talla.
Me planté delante de la puerta. No había ventanas, la única salida era
esta. Me concentre y cerré los ojos. Tenía que haber alguna manera de abrirla.
Deseé que el picaporte se rompiera. Al cabo de unos segundos escuche como algo
de metal caía al suelo. Abrí los ojos y vi como los tornillos había ido cayendo
uno a uno dejando el picaporte inservible. Me acerque a la puerta y tire de
ella. Esta se abrió.
-
Salvada – dije en voz baja.
Me asomé y miré a ambos lados. No había nadie vigilando la puerta.
Matt tenía mucha confianza en si mismo para dejarme sola aquí sin ningún tipo
de vigilancia. Fui caminando con precaución por los pasillos recogiendo un poco
el vestido. No se veía ni un alma. ¿Acaso estaría sola? De repente escuché unas
voces al final de un corredor. Ambas me sonaron familiares.
-
¡Suéltame ahora mismo! – era la voz de Blair.
-
Ni lo sueñes, te necesito para mis planes – y esa la
voz de mi susodicha tía.
-
No pienso ayudarte Rose, antes muerta – amenazo
Blair.
Me fui acercando. Blair estaba allí y la tenían presa. Tenía que
ayudarla y escapar juntas.
-
¿Nunca has deseado tener más poder? – dijo la voz de
Jane – Si me hicieras caso podrías se más poderosa que tu querida amiga.
-
Me gusta ser como soy. Hacerte caso me supondría
caer muy bajo como persona.
Entreabrí la puerta con cuidado de no llamar la atención. Aunque resulto ser inútil. Ambas me miraron con ojos
como platos. ¡Mierda! Se me olvidaba lo del aura.
-
¡Holly! – dijo Blair con alegría.
Ya puestos dejaría todo claro. Me tocaba actuar de una vez por todas.
-
Rose deja a Blair ahora mismo – dije amenazante.
-
No puedes conmigo querida niña, ninguna de las dos
podéis – se acerco a Blair y le acarició la cara mientras me miraba – Pero ya
que estas aquí podrás ver el despertar de tu querida amiga.
-
¿¡Despertar!? – dijimos las dos a la vez.
Rose no nos contestó. Puso los dedos índice y corazón en la frente de
Blair. Una luz emanó de sus dedos cegándome en un primer momento. Cuando pude
ver Blair estaba inconsciente en el suelo. No me lo pensé dos veces y fui a por
ella. La cogí entre mis brazos y la zarandee para despertarla. Pero nada. Mire
a Rose con rabia y de mi mano emano una luz, la puse frente a Rose pero una
mano me paró. Blair había despertado.
-
Blair, ¿estás bien? – dije preocupada.
-
Por supuesto que si – me hizo a un lado y se levantó
sin ninguna complicación.
Me levanté tras ella.
-
Vámonos Blair – dije a sus espaldas.
-
No - ¿cómo? – Yo no me voy, ni tu tampoco – dijo
girándose y cogiéndome del cuello.
-
Blair, pero que haces... – no podía respirar con
facilidad.
-
Terminar el trabajo que hace muchos años tuve que
haber terminado – no entendía nada.
La miré a los ojos intentando adivinar alguna respuesta que me ayudara
a entender que es lo que estaba ocurriendo.
-
Blair, recuerda que no tienes que matarla – Blair la
miró enfadada – Todavía – Blair sonrió sombríamente.
-
Ya lo se, antes me tiene que dar algo que debería
ser mío – me miró – Muy bien brujita de magia blanca, dame lo que es mío
¡Ahora!
-
No se... de que me estas... hablando – dije apenas
sin aire.
Esa no era mi amiga. Ella no me haría esto. ¿Qué estaba pasando? Tenía
que escapar de alguna manera. ¿Pero como iba hacerlo? Pensé en como hacía Blair
para teletransportarse pero mucho me temía que no fuera capaz de hacerlo. Mire
por todos los lados. A los lejos en una mesa había una vajilla de metal. Si
pudiera moverlos hacía ellas...
Cerré los ojos fuertemente y puse todas mis fuerzas para mover
aquellos objetos. Noté el sudor de mi frente mientras Blair no dejaba de
apretar mi cuello.
-
Déjala, la mataras... – dijo Rose aunque sin
importarle demasiado.
-
Está bien... – dijo Blair con resignación.
Cuando recupere el aire pude ser capaz de concentrar más mis energías.
Abrí los ojos en el mismo momento que los objetos estaban en el aire.
-
¡Átala! – dijo Rose.
-
No – dije.
Y mande los objetos hacia ellas. Salí corriendo cuando ellas cayeron
al suelo. Me perdí entre los pasillos sin llegar a ver ninguna salida. ¿Dónde
estaría? Escuché unas voces detrás.
-
¿Cómo que se ha escapado? ¿Por qué no había nadie en
la puerta vigilando?
-
Lo siento señor... Tuve una emergencia y...
¿Así que si me estaban vigilando? Debo salir de aquí lo antes posible.
Seguí corriendo sin ningún sentido. No sabía a donde iba, pero en algún momento
me tendría que encontrar con alguna puerta que diera a la salida.
-
¡Holly! – era la voz de Matt - ¡Espera!
¡No! Él era muchísimo más rápido que yo, me atraparía enseguida. Pare
en seco recuperando el aliento. No tenía otra alternativa. O intentaba
teletransportarme ahora o me quedaría aquí para siempre. Intente recordar lo
que Blair siempre me decía: imagina un lugar a donde quieras ir, un lugar
familiar.
Y así lo hice. Me giré viendo como Matt se acercaba a mi mientras en
mi mente iba creando con detalle un lugar a donde siempre me había sentido a
gusto. Donde había vivido los momentos más importantes de mi vida. La imagen de
Matt se fue haciendo borrosa mientras lo escuchaba llamarme. A los pocos
segundos había conseguido, contra todo pronostico, llegar al lugar al que yo
deseaba ir. El bosque de atrás de casa de mis padres.
Me senté en el suelo intentando asimilar todo lo ocurrido. No entendía
ese cambio de comportamiento de Blair. Ella nunca me había tratado o hablado de
aquella manera. Ella no era así. Su mirada era oscura y su voz tenebrosa.
-
¿Holly? – alcé la mirada hacía aquella voz - ¡Holly!
– los ojos me escocían por las ganas de llorar al ver a la persona que menos me
esperaba.
-
Tía Jane...
Tía Jane en el cuerpo de Rose. Ahora lo sentía, ahora que lo sabía
podía sentir el aura pura de mi tía. ¡Que estúpida había sido! ¿Cómo no me
había dado cuenta? Jane vino hacía mí y me arropo entre sus cálidos brazos.
-
Bienvenida a casa, cariño.
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