30 julio 2012

Capitulo 34 "La luz de mi oscuridad"


El viernes me levanté temprano. Me senté en la cama y abrí los ojos algo cansada. No había parado de darle vueltas. No sabía que estaría tramando Jack. Me levanté y fui hacia la ventana. Había amanecido un nuevo día soleado. Abrí la ventana y saqué la cabeza hacia una brisa fresca. Estaba segura que para esta noche haría tan buen tiempo. De repente tuve la sensación de que me olvidaba de algo. Estaba bien claro que mi madre no tardaría muchos días en llegar, en estar conmigo de nuevo. Pero algo se me escapaba. Fui hacia el armario y comencé a vestirme sin parar de rebuscar en mi memoria que podía ser lo que se me escapaba. Iba hacia la puerta para salir cuando por mi mente se hicieron presentes dos números bien claros. Una fecha: el 22 de junio. ¿Cómo me podía haber olvidado de una fecha como esta? ¡Mañana era mi cumpleaños! Puse mi mano en el picaporte y me pare en seco. Ahora que lo pensaba era lógico que no me acordara. Desde que mi madre se fue no había celebrado mi cumpleaños, ni soplado unas velas. Supongo que cumplir años no era tan importante comparado con el echo de volver a ver a mi madre. Giré el picaporte y baje las escaleras hacia el comedor. Como siempre James leía el periódico y Mikel jugaba con sus cereales. Pero Jack no estaba. Me senté a la mesa y me unte mantequilla en una tostada.

-          Hoy os dan las notas ¿no? – dijo James sin levantar la vista del periódico.

-          Sí – dije sin ganas.

-          Espero que os hayan ido bien– dijo mirándome con una sonrisa amable, la que tanto le caracterizaba.

-          Yo también. La verdad, mis notas no me preocupan tanto como las de los otros dos – dije con una media sonrisa.

Escuché como James disimulaba una carcajada. Supongo que él pensaba lo mismo que yo. Terminé de desayunar y llevé a Mikel a su colegio. A partir de la semana que viene iría a un casal de vacaciones. Fui a paso lento hacia el instituto. Seguro que nadie sabía que mañana era mi cumpleaños. Bueno, la única persona que siempre me felicitaba era Raquel y ella no estaba. Caminaba ausente por los pasillos ignorando como los demás estudiantes se entusiasmaban con la fogata y los fuegos artificiales de la noche. Entré a mi clase y me puse el delantal. Hoy solo serviríamos por la mañana. Antes de comer colgarían las notas. Todos comeríamos y antes de irnos el tutor nos daría su charla de despedida. Sin darme cuenta había terminado el instituto. Mientras servía pensé en lo que podía hacer después. La verdad es que no tenía nada claro que quería hacer con mi vida. Nada me entusiasmaba de manera especial. Es verdad que se me daba bien cocinar pero no quería ser una esclava de los fogones todos los días festivos. También se me daba bien los números pero no quería romperme la cabeza y se la contable de alguna empresa mal organizada y con muchos números rojos. Sonó el timbre que anunciaba que las notas ya estaban colgadas. La gente salió disparada hacia el tablero. Pensé en acercarme pero moriría asfixiada entre la gente y nunca podría saber si me saque el bachillerato o no. Me apoyé en una columna esperando a que a la gente se relajara y se fuera yendo. Alguien me toco el hombro.

-          Hola encanto – giré la cabeza y vi a Derek sonriente - ¿No te atreves a mirar las notas?

-          No – dije encogiéndome de hombros.

-          ¡Pero si seguro que has aprobado! – dijo sorprendido.

-          No es eso, es que no quiero hacerme daño para verificarlo – dije.

Escuché su carcajada.

-          Bueno, pues me sacrificare por ti e iré a mirarlas yo – me guiñó un ojo color esmeralda y se metió entre la gente.

Cinco minutos más tarde vino hacia mi con un semblante serio y con tres dedos alzados. Tragué saliva.

-          ¿He suspendido tres? – dije nerviosa.

Negó con la cabeza.

-          ¡Hemos aprobado los tres! – me cogió por la cintura y me alzó al vuelo.

Se me escapo una carcajada. Derek me dio un beso en la mejilla.

-          Muchas gracias Samy, no lo habría conseguido sin ti – y me abrazo de nuevo.

Me di cuenta que mucha gente nos miraba. Me sonroje de pies a cabeza. Derek se dio cuenta, me cogió de la mano y me saco de allí. Subimos a la terraza, allí donde siempre se respiraba paz y tranquilidad. 

-          Hemos dado un poco la nota ¿no? – dijo Derek sin parar de reírse.
-          Sí – le confirme y me puse a reír por culpa de su risa. Pero también porque estaba muy contenta. Habíamos aprobado los tres. Ya estábamos graduados.

Nos sentamos al lado de la verja y empezamos a comer.

-          ¿Y Jack? – dije como si nada.

-          No ha venido hoy. Me dijo que le mirara la nota y que no me preocupara por él – se metió una patata en la boca y dijo – Creo que esta tramando algo.

-          ¿Tu crees? – dije sin dejar ver mi curiosidad.

-          Sí – y no añadió más.

Al momento mi móvil empezó a vibrar en el bolsillo de mi falda. Lo cogí y conteste sin mirar de quien era la llamada.

-          ¿Si?

-          ¡Samy he aprobado! – grito una voz chillona – Y tu seguro que también ¡Tenemos que celebrarlo!

Entonces noté como la alegría y la nostalgia se hacía presente en mi corazón.

-          Muchas felicidades Raquel, me alegro mucho por ti – dije sonriendo.

-          ¿Estas con los chicos? – grito de nuevo.

-          Solo con Derek – el nombrado me miró interrogativo.

-          ¡Pon el manos libres! – me grito mi mejor amiga.

-          Listo – dije cuando lo puse.

-          ¿Cuántas te han quedado Derek? – dijo Raquel divertida.

-          Para tu información he aprobado todas – dijo Derek sacándole la lengua al teléfono.

-          ¿De verdad? ¡Eso si que es una sorpresa! – se oyó como se reía – Cuando podamos tenemos que quedar para celebrarlo – dijo entusiasmada.

-          Por supuesto – dijo Derek, también emocionado.

Yo tenía una sonrisa tonta en la cara. Me había echo muy feliz escuchar la voz de Raquel.

-          ¿Y ahora que piensas hacer Raquel? – le preguntó Derek.

-          Pues voy a ser periodista – dije más entusiasmada todavía – Del corazón por supuesto. Mi madre me ha dicho que en cuanto me saque la carrera me concederá una entrevista en exclusiva para hacerme conocer.

A veces olvidaba que la madre de mi mejor amiga era una famosa actriz. Tenía suerte.

-          ¿Y tu? – pregunto Raquel.

-          Había pensado en hacerme gigoló profesional pero no creo que mi madre me deje – dijo en broma – Pero últimamente he pensado mucho y quiero seguir los pasos de mi viejo, voy a intentar ser abogado. Quiero defender a todas esas personas a las que no se les escucha, aquellas que tienen miedo de sus acosadores – vi como me miraba y me sonreía – Quiero poder enmendar algo que no supe hacer de la manera correcta – dijo por último con una mirada triste, seguramente al pensar en Megan.

-          Eso si que me ha sorprendido – dijo Raquel – Bueno, ¿Y tu Samy?

-          La verdad es que no tengo ni idea – dijo con un encogimiento de hombros del que solo fue visible para Derek.

-          ¡Vaya! – dijeron los dos al unísono.

Tras unos segundos de silencio Raquel rompió el silencio.

-          Podrías descansar durante un tiempo, recuperar el tiempo que te robo tu padre y respirar algo de libertad.
-          Estoy de acuerdo con Raqui, tomate un año sabático – dijo Derek mientras me rodeaba los hombros con su brazo.

Me paré a pensarlo. No era mala idea. Supongo que no me haría daño descansar un año. Al fin y al cabo tengo todo el tiempo del mundo para seguir estudiando. Y así podría pensar más tranquilamente en lo que quiero hacer con mi vida.

-          Supongo que tenéis razón – dije tímidamente.

El timbré sonó de nuevo y se termino el tiempo para poder hablar. Nos despedimos de Raquel y nos fuimos cada uno hacia nuestra clase. Me senté en mi sitio. El tutor no tardó mucho en hacer acto de presencia. Espero a que todos estuviéramos en silencio y comenzó su discurso.

-          Otro año escolar a dado a su fin. Para vosotros es el ultimo en este centro estudiantil. Me alegro que todos vosotros hayáis aprobado. Estoy muy orgulloso de todo vosotros, como tutor y como persona. Se que ahora os espera lo más duro. Ahora, cada uno de vosotros comenzareis un nuevo camino en solitario. Abriréis las puertas del mundo adulto y estoy seguro que dejareis vuestra huella en el – la gente de la clase miraba atento al tutor, algunos con lagrimas en los ojos, sobretodo las chicas. Se cogían de la mano con quien tenían mas cerca. Los chicos se mantenían firmes intentando no llorar para no quedar en evidencia. Si mi vida fuera perfecta, a mi derecha tendría a mi mejor amiga y lloraríamos juntas y a mi espalda tendría a Jack, aguantando las lagrimas también. Aunque me costaba ver su cara surcada de lagrimas – Por último, solo me queda desearos buena suerte y que disfrutéis esta noche.

La gente empezó aplaudir y a abrazarse con todos. Yo me quede quieta en mi sitio. Segura de que nadie se percataría de mi presencia. Pero estaba equivocada.

-          Mckain – dijo Tom Malory, el delegado – Me alegro de haber compartido estos años contigo.

Me levante de mi asiento.

-          Yo también – baje la mirada – Espero no haberte causado muchos problemas con mis faltas.
Me palmeo la espalda.

-          ¡Eso ya no importa! – me dijo alegre, como nunca le había visto – Que pena que Quick no este aquí – dijo con voz realmente triste.

Entonces me di cuenta de algo. Que nuestro delegado, aquel chico tan correcto y serio, estaba enamorado de la belleza de la clase, de mi mejor amiga.

-          Sí, aunque algún día vendrá por aquí – empezamos a salir juntos hacia fuera – He hablado con ella hoy, también a aprobado.

-          Me alegro por ella – dijo tímido.

Estábamos por la salida del instituto. Miré a mi alrededor buscando a Derek.

-          ¡Se me olvidaba! – dijo Tom llevándose una mano a la cabeza – Craven me dijo que te comunicara que no le esperes, tenía prisa, creo que tenía algo importante que hacer.

-          Vaya – dije sorprendida – Bueno, pues me tendré que ir sola – dije algo triste.

-          Si quieres te acompaño un rato – bajo la mirada algo nervioso – Yo también tengo que ir por este camino.

-          Me parece bien – dije esbozando una sonrisa.

Caminamos en silencio. Quería hablar con él. Sabía que era tarde para conocer a mis ex compañeros pero quería intentarlo.

-          ¿Te gustaría venir con nosotros cuando Raquel venga?

Levantó la cabeza al instante y vi como se ponía rojo como un tomate.

-          M... Si.. me... gustaría... Me gustaría mucho – y sonrió ampliamente. Me recordó a la sonrisa de Mikel, aquella sonrisa que florecía de sus labios cuando se le daba lo que ansiaba.

-          Pues te avisare. También iremos algún día por donde vive ahora, para comprobar que la tratan bien y esas cosas ¿te animas?

-          Claro – dijo. Alzó la mirada y miró a su alrededor.

Habíamos llegado a un crucé.

-          Bueno, yo me voy por aquí – dijo señalando a su derecha.

-          Yo voy todo recto – dije sonriendo.

-          Nos vemos esta noche Mckain, quiero decir... Samantha – dijo tímido.

-          Hasta la noche Tom – y me quede quieta viendo como su silueta se hacia más pequeña.

Caminé lentamente de camino a casa. Sentí como me relajaba. Como mis sentidos comenzaban a respirar algo de aquella libertad de la que hablaba Raquel. Subí los escalones que llevaban a la puerta de casa de los McGregor. Abrí la puerta con pereza. Alcé la mirada y me quede quieta en el umbral de la puerta con la mano en el picaporte. Delante de mi había un hombre con el pelo echado todo para un lado con unas tijeras y un peine en la mano y a su lado una mujer con ropas llamativas. Desde atrás vi como se aproximaba James.

-          ¡Hola Samantha! Te presento a Riky, es peluquero y a Eve, que es modista.

Me quede callada. No entendía nada. ¿Que tenían que ver esas dos personas conmigo?

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