-
Jack, ¿podemos pasar por mi casa? Tengo que
recoger algunas cosas...
-
Esta bien, pues vamos – me dijo sonriente.
Cuando llegamos a mi casa el jardín estaba algo dejado. Lógico, ni
mi..., ni padre ha estado aquí, ni yo. No tenía llaves pero cogí la de repuesto
que había debajo de una maceta. Cuando entramos olía a cerrado. Fui abriendo
las ventanas para que se aireara.
-
Siéntate en el comedor, enseguida vuelvo – le
dije.
-
Voy contigo, quiero ver tu cuarto – me dijo
sonriente.
-
¿Mi cuarto? ¿Para que? Si debe estar todo sin
hacer...
-
No importa. No debe estar peor que el mío – dijo
mientras se encogía de hombros.
Al entrar todo estaba en su sitio. Menos mal, no me acordaba si
tenía el cuarto arreglado. Fui a por mi móvil y lo puse a cargar mientras metía
algo de mi ropa en una bolsa de viaje. Jack se estiró en mi cama con los brazos
detrás de la cabeza.
-
¿Entraba Mckain aquí? – dijo refiriéndose a mi
padre.
-
Apenas. Este era el único lugar donde podía
respirar en paz.
Fui a la cómoda y recogí la carta del juez. Se la alcancé a Jack.
-
Estaba en la basura. Yo la recogí. Desde que
llegó esta carta padre empezó a comportarse extraño. Un día era un padre
ejemplar otros el más ruin de las personas.
-
¿La guardaste? – dijo mientras sacaba el papel
del sobre.
-
Sí. Era las primeras noticias que tenía de mi
madre – me giré para rebuscar en mi cómoda – Pensaba ir a los juzgados yo misma
cuando tuviese tiempo para poder hacer algo, pero todo ocurrió muy rápido.
Mi móvil empezó a sonar. Lo cogí.
-
¿Si?
-
Samy soy Raquel.
-
Ah... Hola.
-
Te estado llamando estos días pero tu móvil
estaba apagado.
-
Es que no pude recogerlo hasta hoy de mi casa.
-
¿Podemos hablar? Mañana por la tarde me voy...
-
¿Te parece bien si quedamos temprano mañana? –
le dije.
-
Si, esta bien.
-
Hasta mañana pues.
-
Chao.
Colgué. Sin decirle nada a Jack saqué la foto de mi madre. En
realidad era lo único que quería venir a buscar. Miré a la mujer de cabellos
castaños. Se la veía tan feliz a pesar de que estaba viviendo un calvario.
-
¿Qué es eso? – me pregunto Jack mientras se
sentaba.
-
Una foto de mi madre y mía cuando yo era
pequeña. – dije sin dejar de mirar la foto.
Me la quito de las manos.
-
¡Oye! Se pide permiso.
-
Sois iguales – dijo mirando simultáneamente a la
foto y a mi.
-
¿Qué dices? Ella es mucho más guapa.
-
¡No digas eso! – se puso de pie y se puso a un
centímetro de mi – Salvo por el color del pelo – me cogió un mechón – Que tu lo
tienes más oscuro... – noté como contenía la respiración – Eres muy hermosa
Samantha, muy hermosa.
Mi corazón latía muy fuerte. Seguro que Jack lo estaba notando.
-
Solo tienes que volver a sonreír como aquel día
en el prado para resplandecer como una estrella.
Se me estaba derritiendo el cerebro por momentos, las piernas eran
como flanes. Jack se fue acercando más a mi, convirtiendo aquel centímetro en
milímetros. Estábamos a un suspiro de los labios del otro. Dejo caer la foto al
suelo. El tiempo iba muy lento, como a cámara lenta. Salvo mis latidos que cada
vez iban más deprisa. Cogió con sus manos mi cara y poso sus labios sobre los
míos. Sabía a fantasía. Era como un sueño. Como cuando el príncipe besa a la
princesa y la despierta de una pesadilla. El beso fue tierno y dulce como la
miel. Cuando separó sus labios de los míos nos quedamos mirando.
De repente se agachó y cogió la foto.
-
¿Te queda mucho? – dijo como si nada.
Me besaba y... ¿luego se comporta así? Sin contestarle seguí
metiendo ropa en mi la bolsa y nos fuimos a casa, a mi nueva casa.
El resto de la tarde y el principio de la noche fue bastante
incomodo. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban uno u otro retiraba la
cabeza. Pero yo no quería esta situación, yo quería que todo fuera normal.
Mientras cenábamos la mesa estaba en silencio. Mikel estaba medio dormido sobre
la sopa, James estaba leyendo unos impresos y Jack hacia migajas con el pan
como si no tuviera hambre.
-
¿Os parece bien que venga este fin de semana
Derek? – dije como si nada. Le di un sorbo a mi sopa mirando a los ojos
sorprendidos de los dos mayores. Mikel ni se inmuto.
-
A mi me parece bien, tengo ganas de ver a ese chaval – dijo James
divertido.
-
¿Para que? – pregunto Jack.
-
Para estudiar por supuesto – cogí un poco de pan
– La semana que viene son los exámenes y hay que ponerse al día – me metí una
miga el boca y la mastique.
-
Bueno, si es eso... – dijo Jack.
-
Pues aclarado el tema – comencé a decir- de paso
el fin de semana podrías mirar de recoger todos lo datos de Megan y así matamos
a dos pájaros de un tiro ¿no?
Me levante de la mesa y cogí a Mikel en brazos porque se estaba
precipitando a meter la cara en la sopa.
-
Buenas noches chicos – dije mientras me iba.
-
¿Te parece bien? – le preguntó James a Jack.
-
Si ella es feliz con eso, a mi me basta – dijo
en un suspiro.
Le cambié la ropa a Mikel por la del pijama de ositos y lo metí en
la cama. Con los ojos entornaditos me dijo:
-
Buenas noches Sam
-
Buenas noches Mikel, que sueñes con los ángeles.
-
Entonces soñaré con mamá...
-
¿Tu mama es un ángel? – le dije con una sonrisa.
-
El más bello de todos... – y se durmió. Salí del
cuarto con una sonrisa.
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