Y me dijo al oído:
-
Te sienta bien la libertad, estas preciosa – en
mi corazón se amontonaron los latidos. Por un momento pensé que me iba a besar.
Sin apartar sus labios de mi oído noté como sonreía – No te habré asustado
¿verdad?
-
¿Qué? – no podía decir nada más, en mi cabeza
solo se veía un telón blanco mientras que en mi estomago bailaban mariposas.
Se apartó y me guiñó el
ojo. Sacudí la cabeza esperando que mis neuronas hicieran conexión y se
pusieran en funcionamiento.
-
Hueles muy bien Sam – me dijo con una sonrisa picara.
Fue un intento fallido,
las neuronas se quedaron quietas mientras que mi corazón pretendía que me diera
un ataque cardíaco. ¿Pero porque me ponía así? Noté como me subían los colores
al notar que Jack me continuaba mirando.
-
¿De verdad? – logré articular. ¿Pero que
pregunta era esa? ¿a dónde quería llegar yo con eso? Ojala mis neuronas no
hubieran hecho las maletas, me costaba pensar – Quiero decir... – dije nerviosa.
Entonces Jack empezó a
reírse. Fue una risa suave, ni ostentosa, ni ridícula, ni chillona, era una
risa suave que sonó como una preciosa melodía en mis oídos. Me quedé mirándole
asombrada, era todavía más guapo cuando se reía, nunca lo había visto así.
-
¿De que te ríes? – le dije.
-
Si hubieras visto tu cara tu también lo harías.
Le miré totalmente
sería. A mi no me hacía gracia, yo como loca sin saber que ocurría en mi
interior y él ¿se reía de mi? Cogí a Mikel y le acosté con la cabeza en una de
las mochilas para acto seguido coger una bola de papel de los bocadillos y
lanzársela a Jack. Para mi suerte no fallé y le dio justamente en medio de la
frente parando sus carcajadas. Se quedó quieto con una cara de desconcierto.
Entonces fui yo la que se rió al ver su cara.
-
Te vas a enterar – y se le levantó para ir a por
mi.
Me escapé lo justo para
que no me pillara. Haciendo que se diera de bruces contra el suelo.
-
Así que quieres jugar ¿eh? – me dijo con un tono
divertido en su voz.
Le saqué la lengua y
salí corriendo adentrándome en el campo de amapolas. Los dos no parábamos de
reír ante la situación. Hubiera deseado que el tiempo parara allí, con esa
alegría. Pero mis piernas decidieron lo contrario y justo antes de que Jack me
alcanzara me caí al suelo cayendo el mismo Jack encima de mi. Entonces volvió a
pasar. Su mirada me hipnotizó por completo dejándome totalmente aislada del
tiempo. Estábamos rodeados del manto de amapolas. Ninguno de los dos nos
movíamos, ninguno respiraba. Jack acercó su cara a la mía. Cerré los ojos en un
acto de sumisión. Pero de repente noté un gran peso sobre mi.
-
¡Os pillé! – dijo Mikel mientras saltaba sentado
encima nuestro.
Me pareció escuchar una
maldición por parte de Jack, pero lo deje pasar mientras volvía al mundo real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario