A
la mañana siguiente me levante temprano. No había dormido demasiado. Baje al
comedor a desayunar. James estaba con el periódico tomándose su primer café del
día, Jack hacía la tarea con prisas y Mikel jugaba con sus cereales. Me senté
sin decir nada. No tenía palabras, no querían salir. ¿Sería cierto lo que
escuché anoche? James me miró interrogativo yo giré la cara. Cogí una tostada y
me la metí en la boca, para no tener que hablar a pesar de estar sin palabras.
Jack advirtió mi inquietud. Mikel seguía a lo suyo preso de su inocencia
infantil que le hacia estar ausente de todo.
-
¿Pasa algo? – pregunto James.
Negué con la cabeza. No quería preguntar, no quería saber si era
cierto. No es que me fuese a molestar si fuera cierto, es mas, estaría
encantadísima. Pero dentro mi pienso que sería más justo hablarlo con mi madre.
Ojala me llamara pronto. Se que fue ayer cuando hablamos pero ya quería volver
a escuchar su voz.
-
Sam, me han llamado de la comisaría, tu padre
quiere verte.
Levante la cabeza sorprendida. Mi padre quería verme ¿para que? Yo
no quería verle, pero no me pareció justo desobedecer su deseo.
-
¿Cuándo?
-
Cuando tu quieras, ¿quieres ir hoy después de
clase?
Jack me miraba curioso. Esperando mi respuesta. Intrigado.
Desconcertado por mi comportamiento, cuando desde que estaba allí siempre
bajaba feliz a desayunar.
-
Esta bien. Pero saldré un poco tarde, tengo
cosas que hacer allí.
-
Vale, yo estaré fuera esperando – dijo. Dobló el
periódico y se levanto para ir al despacho. Yo hice lo mío y fui a recoger mi
mochila. Jack y Mikel me siguieron, preocupados.
-
¿Estas bien? – me pregunto Jack ya en la calle
después de haber dejado a Mikel en la escuela.
-
Si – dije secamente.
-
No te creo...
Entramos en el instituto. Derek esperaba en la puerta de la
escuela.
-
¡Hey! ¿Cómo estas encanto? – me dijo.
-
Estaría mejor si no te viera, estoy seguro –
dijo Jack.
Ignore a ambos y seguí mi camino. Los dos se quedaron quietos
viendo mi reacción.
-
¡Sam, espera! – dijo Jack echando a correr -
¿Qué te pasa?
-
No es nada, no te preocupes – deje escapar un
suspiro – Solo estoy nerviosa por lo de esta tarde.
Me miró ceñudo, como si no acaba de tragarse mi mentira. Pero se
escogió de hombros y entramos a clase. Raquel no había llegado todavía. Era
extraño ella era muy puntual. Me senté en mi mesa sumergida en mis
pensamientos.
-
En nuestra propuesta para el festival, que será
justo de aquí dos semanas, decidimos hacer de nuestra clase una cafetería. Las
chicas por la mañana servirán en la cafetería y por la tarde repartirán
propaganda, los chicos al revés.
Hubo un murmullo en la clase. La gente comentaba emocionada
esperando que pasase pronto la semana de exámenes.
-
Como ultimo punto del día – continuo el delegado
– Pronto tendremos que despedirnos de este nuestro instituto, pero hay una
compañera nuestra que se ira a final de semana. La compañera de la que hablo es
Raquel Quick – desperté de mi mundo para escuchar lo que decían, no podía ser
cierto ¿Raquel se iba? – Aprovecho también, ya que esta ausente hoy, que mañana
se hará correr una tarjeta de despedida para que cada uno deje sus
correspondientes dedicatorias...
Sentí que mi corazón dejaba de latir. Como mis oídos dejaban de
escuchar. ¿Por qué se iba Raquel? ¿Por qué no me había dicho nada? ¿Qué haría
yo sin mi mejor amiga? Ella siempre había estado a mi lado, desde que éramos
pequeñas estuvimos juntas. A pesar de que no salíamos juntas siempre nos
llamábamos y ahora más que nunca la necesitaba a mi lado y no estaba. Se iba,
para dejarme aquí. Una vez más una persona querida me dejaba atrás. ¿Por qué
siempre la misma historia?
Alguien toco a mi hombro, yo pegué un salto en la silla del susto.
Me giré, Jack me miraba preocupado.
-
¿Estas bien?
-
¿Tu lo sabías? – pregunte angustiada.
Negó con la cabeza.
Raquel no apareció el resto del día. Y no podía llamarla porque
aun tenía mi móvil en la casa de mi padre... Cuando terminaron las clases Jack
se fue corriendo. Tenía que recoger a Mikel y llevarlo a una revisión medica.
Yo me quedé esperando en la clase. Miraba por la ventana ensimismada. Apenas
debía quedar nadie en la escuela. La puerta se abrió tras de mi.
-
¿Me buscabas? – me dijo una voz que ya me
empezaba a sonar familiar.
-
Sí – le mire a la cara – Quiero hablar contigo.
-
Para mi es un placer – y me guiñó el ojo.
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