Cuando llegué a la
clase con Raquel, Jack no estaba. Me pasé toda la hora de estudio mirando por
la ventana. El tiempo pasaba lento y Jack no daba señales. ¿Dónde estaría? Sonó
el timbre que indico el cambio de clase. La puerta se abrió, yo giré la cabeza
rápidamente para ver si era Jack pero no era él. Era Derek. Vino hacia mi
mientras muchas chicas se le quedaban mirando embobadas. Entendía muy bien
porque se le quedaba mirando, el chico tenia buen porte, era atlético. Su pelo
rubio estaba peinado de forma rebelde, su mirada verde esmeralda te envolvía
por completo, como si no pudieras mirar a ningún otro lado.
-
¿Cómo va eso Samy? – me dijo sin dejar de
sonreírme.
-
Bien... supongo – dije torpemente.
Raquel me dio un
empujón y se puso delante de Derek, salvándome de quedar en ridículo con mi
tartamudeo.
-
Hola, soy Raquel, amiga de Samy – le dijo
animada y coqueta.
-
Hola – dijo seco, se volvió a girar para mirarme
– Samy nos vemos en el descanso ¿vale?
-
Yo...
-
No te olvides – me guiñó un ojo y se giró
chocándose con alguien – Perdón – dijo.
-
No te acerques a Sam – le dijo Jack totalmente
serio.
-
¡Ah! Pero si eres tu Jacky – le dijo poniendo
una mano sobre su hombro – No te preocupes, no muerdo.
-
Quedas advertido Derek – le contestó.
Derek se marchó con las
manos en los bolsillos y silbando.
-
¿Lo conoces? – preguntó Raquel con una mirada
severa debido a la poca atención de Derek.
-
Sí – dijo Jack sin dejar de mirar a la puerta ya
cerrada – Por desgracia.
-
Si, ya me he dado cuenta que no es de fiar –
dijo ella indignada.
Yo solté una risilla al
ver a mi amiga. No soportaba que la ignorasen y menos un chico guapo.
-
¿Y tu de que te ríes? – me dijo frustrada y con
el ceño fruncido.
No pude aguantarlo y mi
risa sonó por toda la clase. La gente se me quedó mirando. Al darme cuenta que
me había pasado me sonroje. Raquel levantó la cabeza bien alto y me dijo.
-
No quiero que te acerques a él Samy.
-
¿Por qué? Si no me ha hecho nada – Raquel se
sentó en su mesa mirando a la pizarra, haciendo que no me oía – Fui yo la que
tropecé con él.
-
Haz caso a Raquel, Sam – me dijo Jack muy serio
sentándose en el suyo.
Yo me los quedé mirando
a uno y a otro, sin entender nada. ¿Pero que les pasaba?
-
Por cierto Jack, Mikel me dió la nota – me miró
y su mirada se relajó - ¿No me puedes dar un adelanto? Es que para el descanso
falta un rato todavía.
-
No sabía que fueras tan impaciente – me dijo
divertido – Te tendrás que esperar hasta entonces – añadió levantando un dedo
en señal de advertencia.
El profesor entró en la
clase y no me dio tiempo a seguir insistiendo. ¿Cuál será el deseo que quiere
cumplir? Solo me podía imaginar uno, pero el silencio de James me había dado la
respuesta. Era imposible. Eché un suspiro al aire.
El tiempo se me hizo
eterno, pero por fin tocó la campana que anunciaba la hora del descanso para
almorzar. Me apresuré a coger el mío. Jack había salido de la clase sin darme
cuenta. Corrí para alcanzarle pero choqué con alguien.
-
Parece que estamos destinados a chocarnos
encanto – me dijo la risueña voz de Derek.
-
Em... Sí eso parece – le miré tímida.
Yo no se que le veían
de malo al pobre chico, parecía simpático.
-
¿Almorzamos juntos? – me preguntó.
-
Esto... Lo siento, pero tengo algo que hacer – y
salí corriendo – Hasta luego – le dije mientras daba la vuelta a la esquina que
daba a las escaleras.
Subí los peldaños de
dos en dos. Tuve suerte, no me caí. Abrí la puerta que daba a la azotea con una
sonrisa orgullosa por mi proeza cuando escuché a Jack.
-
Sí... No, no creo que tarde... Sois iguales de
verdad- empezó a girarse hacia donde yo miraba confundida mientras seguía
hablando por el móvil – Acaba de llegar... ¿quieres que te la pase? – Jack
soltó una carcajada - ¿Y si no que? ... Vale, vale – me alcanzó el teléfono –
Toma, es para ti Sam – me dijo sonriendo.
Cogí el teléfono algo
nerviosa.
-
¿Sí?
-
¿Sam? ¿Eres tu? ¿Eres tu de verdad? – dijeron al
otro lado.
-
¿Mama? – dije con voz temblorosa mientras mi ojos
se inundaban de lagrimas de alegría.
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