En medio de esta gran
confusión, los hombres creen saber lo que es bueno y lo que es malo. Creen
también que haciendo lo que llaman “bueno” y evitando lo que llaman “malo”,
están cumpliendo con todo su deber. No saben cuán confundidos están, no saben
que viven en el error, no saben que continuamente se engañan a sí mismos y
engañan a los demás. No lo saben porque están dormidos, porque les han lavado el
cerebro, porque les han anulado el Espíritu desde su nacimiento. La mayoría de
los hombres llama luz a lo que es verdadera oscuridad y a la Luz Verdadera la
percibe como tinieblas. Llama “bien” a todo lo satánico proveniente del
demiurgo, y a todo lo que proviene del Dios Incognoscible lo llama “mal”.
-
Que hace un maldito licántropo aquí – siseo Matt, el vampiro.
Un
licántropo. El chico que estuvo aquella noche en mi cumpleaños era un
licántropo. Iba vestido de la misma manera. Pantalones negros, camisa negra un
poco abierta, pelo despeinado, pero no estaba esa sonrisa torcida. Su semblante
serio mostraba asombro. Quise comprobar que tipo de ser era. Cerré mis ojos y
detecte su aura cálida. Cuando estuve apunto de rozarla me tope con una
muralla. ¿Pero que...? Nunca me había pasado algo parecido. Nunca había tenido
la necesidad de pedir permiso para entrar y explorar. Lo intente de nuevo, pero
el esfuerzo fue en vano. Le miré.
-
No te voy a dejar entrar brujita, no insistas – me dijo – Por cierto,
¿por qué cada vez que te veo te encuentro con mala compañía? – y miró a Matt.
-
Holly, vayámonos – dijo Matt amarrándome de la mano.
Al
segundo el chico estaba frente a nosotros.
-
No te la llevaras. Ella no será una nueva victima más.
-
No pienso hacerle nada – la voz de Matt rugió de furia – Además,
¿quién te crees que eres para darme ordenes?
-
Buena pregunta – y se rió – Te la respondería encantado Matt – Matt se
tensó ante el nombramiento de su nombre – Me llamo Jeremy y tu, te has
equivocado de chica – al momento Jeremy me cogió y me cargó a su espalda, cogiéndome
de las piernas.
Echó a
correr como si le persiguiera la misma muerte. Todo a mí alrededor se vio
borroso. Sabía que los licántropos eran rápidos, más que una persona normal y
corriente, pero nunca imaginé tal cosa. Su cuerpo se notaba caliente. Al
contrario que los vampiros, que eran fríos como el hielo, los licántropos tenía
una temperatura superior a la de las personas, de alrededor de unos cuarenta y
cinco grados, una temperatura en la que las personas deberían estar sino
muertas, en camino de ello.
-
¿A dónde me llevas? – le dije aferrándome a él temiendo caerme.
-
A un lugar seguro – su voz no se notaba cansada por el esfuerzo de
correr y de llevar una carga en su espalda - ¿has sentido miedo?– había humor
en sus palabras.
-
No te lo diré – dije apoyando mi mejilla contra su espalda.
De
repente paró. Estábamos en el parque donde esa misma mañana había encontrado a
Tyara. Me sentó en uno de los bancos. Él se quedo de pie. Sin mirarme.
-
Deberías tener más cuidado – dijo de voz y pronto – Los vampiros
son... seres en los que no debes confiar – se medio giró y me miró – podrías
convertirte en su cena.
-
¿Y de un licántropo me debería fiar? – la pregunta le pillo por
sorpresa.
-
Nosotros no nos comemos a las personas – su voz mordaz me pillo
desprevenida – Supongo que sabrás volver desde aquí a tu casa – se volvió a
girar y comenzó la marcha.
-
¡Espera! – dije mientras me ponía de pie, él se paro – Jeremy, ¿no?
Igualmente, gracias.
-
Te debía una, ahora ya estamos en paces – y desapareció en la noche.
Cogí
mis cosas y empecé una marcha lenta hacía mi casa. Hoy había sido un día muy
interesante. En un mismo día había adoptado a una gatita que, a mi parecer,
parecía entender lo que yo le decía, a un vampiro y me había reencontrado con
el chico misterioso, Jeremy. Me paré en un semáforo en rojo esperando. Al otro
lado de la calle algo me llamó la atención…
Unos segundos después de que ese pulgoso y Holly desaparecieran Allan me honro con su presencia. Su sonrisa fría fue un presagio de mal agüero. Pase de él. No estaba para escuchar uno más de sus sermones. Tenía muchas cosas en las que pensar. Me di la vuelta, pero su mano se aferró a mi brazo y me impidió hacer movimiento alguno.
Unos segundos después de que ese pulgoso y Holly desaparecieran Allan me honro con su presencia. Su sonrisa fría fue un presagio de mal agüero. Pase de él. No estaba para escuchar uno más de sus sermones. Tenía muchas cosas en las que pensar. Me di la vuelta, pero su mano se aferró a mi brazo y me impidió hacer movimiento alguno.
- ¿Por qué lo has dejado escapar? – siseó.
-
Que más da – no me importaba – No durará mucho.
-
El licántropo ese es nuestro más fuerte enemigo ¡Tenias que haberlo
matado! – me cogió por el cuello y empotró mi cuerpo contra la pared, esta se
quebró dejando caer alguna que otra piedra en el caliente asfalto – Y esa
bruja... ¡Esa bruja es la chica que necesitamos!
-
¿Q-que quieres decir? – no me estaba ahogando, los vampiros no
necesitamos respirar – El mensaje que he dejado hoy.. ¿era para Holly? – esto
no me gustaba un pelo.
-
Claro que si idiota ¿cuántas brujas conoces con los ojos violetas?
¿Cuántas? ¡Solo queda una! Es ella quien decide la batalla, sin ella...
¡estamos perdidos!
Me reí
ante las palabras de Allan. ¿Cómo iba a ayudarnos esa criatura? Puede ser que
fuera una bruja pero la humana más frágil que había tocado nunca. El recuerdo
del palpitar de su sangre en el cuello hizo que me relamiera. Tenía la sangre
más apetecible que había olido jamás.
-
No digas tonterías Allan – dije mientras apartaba su brazo - ¿Cómo
íbamos a perder nosotros?
-
Ella tiene la clave, la clave para exterminarnos – se dio media vuelta
– Más te vale convencerla para que se una a nosotros. Ya he visto que..., se te
da muy bien tratar con brujitas adolescentes. Lo dejo en tus manos Matt, no me
falles – y desapareció volando en forma de murciélago dejándome totalmente
desconcertado.
¿Cómo
iba yo a convencerla? Una sonrisa blanquecina se vislumbro entre mis labios
cuando encontré la respuesta. ¿Acaso no éramos los vampiros el ser con más arte
para la seducción?
-
¿¡Esta vivo!? Pensamos que había muerto aquel fatídico día... – dijo
Mikael – Esto cambia las cosas...
-
No cambia nada Mikael, Matt es un vampiro, por lo tanto nuestro
enemigo – dije a pesar de que me dolía tan solo pensarlo.
Había
vivido con el remordimiento de no haber cuidado de él como mi padre me dijo que
hiciera. Pensando que había muerto. Pero pensándolo bien, muerto estaba.
-
Sigue siendo tu hermano Jeremy y también fue, aunque por poco tiempo,
uno más entre nosotros. Puede ser que esta batalla sea la oportunidad para
volver a poner las cosas en orden, incluido él.
Picaron
a la gran puerta color gris cenizo del despacho de Mikael. Vivía en una gran
mansión, el muy cabron tenía tanta pasta que se le salía por las orejas. Vivir
tantos años le había salido rentable. Aunque la edad ya le estaba empezando a
pasar factura.
-
Entra – dijo si prestar atención a la puerta, pensativo todavía en los
nuevos acontecimientos.
-
Señor, le traigo su medicina – dijo una joven con una bandeja en las
manos.
-
¡Ahora no Nira! – se quejo Mikael cual niño pequeño.
-
Me da igual lo que usted me diga señor. Mi responsabilidad es cuidar
de usted, y si entre esas tareas tengo que meterle un embudo en la boca para
que se tome sus medicinas no olvide que soy capaz de hacerlo – dejó la bandeja
sobre el escritorio – Vendré de aquí unos minutos, espero que haga lo que tiene
que hacer – se dio media vuelta, me miró y me sonrió – Buenas noches señor
Jeremy, es un gusto volver a verle.
-
Igualmente Nira, ¿todo bien? – le conteste.
-
Sí, espero que esta vez se quede algo más de tiempo. Me debe una cena
– me dedicó otra de sus sonrisas picaras y salió por la puerta.
Escuché
refunfuñar a Mikael mientras olía el liquido que tenía que beber. Seguramente
estaría asqueroso. Pero el caso es que funcionaba, como todos los brebajes que
las brujas nos proporcionaban. Yo mismo era fiel testigo de que eran eficaces,
pues aquella niña, Holly, me dio a probar uno y al momento me sentí mejor.
-
Arrggg ¡Voy a morir! – dijo Mikael muy teatrero – Bueno – añadió
sacudiendo la cabeza – Por donde íbamos... ¡ah si! Tu hermano... Ya se que
desde aquel fatídico día no tomas en gracia a ningún vampiro pero a pesar de lo
que parezca tiene tu misma sangre. No se si hay alguna posibilidad de volver
recuperarle pero valdrá la pena intentarlo
Jer.
-
Nada de lo que te diga te va a hacer cambiar de parecer ¿no? – dije
medio refunfuñando.
-
Nada, amigo mío, nada – se acomodó más en su sillón – Y ahora bien...
Cuéntame más cosas sobre esa brujita que dices que conoces...
Las
diez de la noche y ninguna noticia de Holly. ¿Le habrá pasado algo? ¿Tendría
que ir a buscarla? ¿O mejor me quedo en casa? “No te preocupes Max, esta bien”
me dijo la voz de Jane. Mire a la gata de ojos carmesíes. No me mentía, lo
se. Pero sentía un nudo en el estomago. Me tiré en el sofá con los brazos
cruzados, moviendo una pierna inquieta. ¿Pero porque no ha llegado todavía?
Sin
querer escuché los pensamientos de Jane. Estaba triste por no poder a abrazar a
su sobrina con su propio cuerpo. Aun recuerdo el día en que todo eso paso. Fue
al día siguiente de la muerte de la abuela de Holly cuando Jane y mi madre
intercambiaron cuerpo. La causante de eso fue Jane, pues en un intento de
proteger a Holly le arrebato el cuerpo a Rose dándole el suyo a cambio. Jane se
pudo quedar en la casa gracias a hacerse pasar por Rose, pero mi madre tuvo que
marcharse, echa una furia cabe añadir. Aun así el comportamiento de Holly a la
que pensaba que era su madrastra fue el mismo, todavía no sabía identificar las
auras y aun ahora le costaba bastante.
Jane se
acercó a la puerta de la entrada ronroneando. La puerta se abrió y se
escucharon unas risas.
- Pues imagínate la cara que puso mi madre
cuando sin querer desaparecí de la mesa mientras comíamos – esa risilla me
resultó sumamente familiar – Cuando conseguí regresar estaba con mano en el
teléfono llamando a la policía diciendo que me había secuestrado con un truco
de magia.
Por la puerta aparecieron Holly y Blair. Blair no paraba de hablar
como siempre, siempre tan animada. Llevaba puesto un vestido amarillo, el cual
más chillón, y un pañuelo rojo en el cuello. El pelo anaranjado lo llevaba
suelto y rebelde. Me miró y me guiñó un ojo:
-
¿Cómo estas Maxi? – me cogió del moflete y me lo
estiró como hacen las viejas con los niños pequeños - ¡Pero si pareces todo un
hombre! – y se rió de nuevo.
Jane ronroneo en las piernas de Holly llamando su atención. Esta la
cogió en brazos y comenzó a acariciarla.
-
¡Oh! ¿Esta es la gatita de la que me habías hablado?
– se acercó a la gatita – Que bonita... – de repente su mano se quedo quieta.
Blair cerró los ojos, luego soltó el aire que había estado reteniendo
y me miró. “Sí, como puedes comprobar es Jane” Blair abrió la boca por la
sorpresa “Ya era muy fuerte que Jane hubiera cambiado su cuerpo con la intrusa,
¿ahora se ha convertido en gato?” Holly dijo algo pero ninguno de los dos le
hicimos caso, viendo nuestro caso se fue a su cuarto a lo que creo que dijo
cambiarse. “No se ha convertido, es una parte de su poder materializado en gato
para poder cuidar de Holly”. Jane, Tyara, saltó a mis piernas y me miró “Tenéis que hablar con
Holly en sus ropas he notado dos olores distintos”. “¿Dos olores?” Miré a
Blair.
-
Holly ha estado con un vampiro y un licántropo.
Los tres nos quedamos mirándonos. Si no poníamos cartas en el asunto
Holly podría estar en peligro.
Ya les vale a esos dos por ignorarme. Se han quedado mirándose como
dos tortolitos. Ya sabía yo que entre ellos hay algo pero no me quieren decir
nada. ¡Que más da! Me quite la ropa que llevaba y me puse unos pantalones corto
de deportes y una camiseta de tirantes blanca.
Había sido sorprendente la aparición de Blair cuando iba a cruzar la
calle. Tenía muchas ganas de verla. Desde que dejamos el internado no habíamos
podido hablar mucho y la echaba mucho de menos. No podía evitar que me faltaba
algo cuando ella no estaba. Era como mi hermana. Aunque... desde hace tiempo
notó un vacío muy distinto en mi interior. Es como si me faltara una pieza que
encajara dentro de mí.
Me asomé a la ventana y respiré un poco de aire fresco mientras
pensaba en aquellos dos chicos. Eran tan iguales pero a la vez tan distintos.
El frío de uno por ser vampiro y el calor del otro por ser licántropo. La
alegría de uno y la seriedad del otro. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo
cuando me acordé de aquel beso con Matt. Por un segundo desee poder volver a
besarle aunque solo pensara en Jeremy mientras lo besaba. ¿Pero que me estaba
pasando? Cerré los ojos fuertemente. Noté que el aire se movía a mí alrededor y
que unos brazos fríos se hacían dueños de mi cuerpo.
-
Será mejor no perderla de vista – dije – Nada más
nos faltaría que nos la fueran secuestrando – me quité el pañuelo rojo del
cuello y empecé la marcha hacía la habitación de mi mejor amiga.
-
Tienes razón – dijo Max – Después del mensaje en la
pared de la cocina... no hay que fiarse de nada, ni de nadie... Aunque no creo
que Holly... – se calló en seco cuando abría la puerta de la habitación de
Holly.
La cortina se movía a causa del viento. La ventana estaba abierta.
Había ropa desperdigada por todas partes, lo que explicaba el sentido del orden
de la dueña. Pero esta, no estaba.
-
¿Dónde narices se ha metido? – dijo Max entrando y
buscándola por todas partes.
-
No te esfuerces Maxi – dije – No la vas a encontrar
debajo de ninguno de los montones de ropa – me acerqué a la ventana y cerré los
ojos concentrándome en el aura de Holly.
Todavía la sentía, aunque muy lejos. Alguien estaba con ella. Alguien
se la llevaba lejos de nosotros, de su familia. Intente transportarme a donde
ella estaba pero estaba constantemente en movimiento y no podía. Quien fuese
quien estuviera con ella era muy rápido.
-
No... – dije un susurro.
-
¿Qué pasa? – dijo Max alarmado.
-
Acabo de perder su rastro – dije dándome la vuelta y
abriendo los ojos – Se la acaban de llevar al nido del lobo.
-
Te equivocas – dijo una voz grave tras de mi.
Me giré y clave mi mirada en la mirada verde del hombre que se
amarraba al marco de la ventana.
-
¿Y tú quien eres? – espetó Max totalmente fuera de
si.
-
Me presento – dijo mientras entraba por la ventana
como si fuera lo más normal del mundo – Me llamo Jeremy y a vuestra amiga se la
acaba de llevar un vampiro.
-
¿Qué? – dije – Estamos perdidos, ¿cómo vamos a ir a
por ella?
-
Será difícil – dijo Jeremy – Será peligroso, pero no
será imposible.
-
¿Y como puedes estar tan seguro? – Max le estaba
matando con la mirada.
-
Muy fácil chabalin. Pero... me temo que tenemos que
ponernos en marcha. Os lo explicare por el camino.
-
Sí, lo que tu digas guapo – le dije con una sonrisa
en la cara – Pero para salir lo haremos por la puerta.
La noche se haría larga, estaba segura. Pero no temía a nada. Estaba
en juego lo que más nos importaba a los aquí presentes. Estaba segura que
Jeremy también le importaba, sino... ¿qué haría un licántropo con nosotros?
Ays mi Jeremy, como me encanta <33333333 Cada vez se pone más emocionante, i can't wait >.< Como siempre genial amoreee :)
ResponderEliminarGracias preciosa ^^ Pronto subiré otro, he conseguido escribir uno nuevo a ver que tal... :P
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