09 marzo 2012

Capitulo 12 "La luz de mi oscuridad"



Bajé las escaleras que me dirigían a la entrada de la casa. Miré por todas partes, pero no veía a nadie. A mi derecha había una sala donde tres sofás blancos rodeaban una mesilla pequeña. Los cuatro muebles honraban a la gran pantalla de plasma, que en estos momentos nos retransmitían las últimas aventuras de la familia Simpson. Me acerqué y vi al pequeño Mikel embodado viendo la televisión en el sofá del centro y a Jack estirado con los brazos detrás de la cabeza con los ojos cerrados en el sofá de la izquierda. No sabía si hacerme notar o no. Pero no me hizo falta, Mikel me oyó y se tiro a mis piernas. Levantó su cabecita hacía mi con su sonrisilla de felicidad.

-          ¿Vienes a ver la tele con nosotros?
-          Mikel, no la agobies – dijo un Jack sentándose en el sofá.
-          No te preocupes – le dije- Claro, pero ¿me puedo sentar a tu lado? – le dije a Mikel. Le estaba cogiendo cariño solo con sus sonrisas.
-          Sí, sí, sí – dijo mientras me cogía la mano y me arrastraba al sofá.

Los tres nos pusimos a ver las aventuras de esa extraña pero graciosa familia. Me reí mucho, hacía bastante tiempo que no disfrutaba de un rato tranquilo delante de la caja tonta. Mikel se reía sin parar con la cabecita apoyada en mis piernas. Jack observaba tranquilo la televisión sin ningún atisbo de humor en su cara. ¿En que estaría pensando?

Al cabo del rato Mikel se quedó dormido. No era difícil adivinar que era así, pues sus mini ronquidos eran audibles, eran como el ronroneo de un gato al sentir una cariñosa caricia.

-          ¿Debería despertarle? – le pregunte a Jack.
-          No, déjale un ratito así – dijo con una sonrisa fraternal – Cuando te trajimos anoche se puso muy contento y estuvo despierto hasta muy tarde esperando a que te despertaras por casualidad – dijo divertido – Se quedó dormido mientras decía todo lo que quería hacer con su... – calló al instante.
-          ¿Con su que? – dije.

Nos quedamos callados observándonos. Esperando a ver quien cedía. Estaba cansada de misterios, quería respuestas y las quería ahora. Pero el Señor no estaba de acuerdo conmigo y alguien entró en la sala haciendo acto de presencia.

-          ¡Vaya! Pensé que los tres os despertaríais más tarde siendo domingo – dijo el abogado.

¿Qué hacía en la casa? ¿Acaso ahora los abogados vivían en la casa de sus clientes? El abogado llevaba unos vaqueros y un suéter blanco que contrastaba con el azul oscuro de sus ojos. Su miraba era risueña, feliz. A pesar del labio partido a causa del puñetazo de mi padre.

-          Shhhhh – dijo Jack – El terremoto se a quedado dormido. No los despiertes tío James.

¿Su tío? ¿El abogado era su tío? ¿El representante de mi madre era su tío?

-          ¿Has dormido bien Samantha?
-          Sí, muchas gracias por dejarme quedar aquí – dije siendo cortes.
-          No, gracias a ti por estar aquí – me dijo guiñándome el ojo, se sentó en el sofá libre – Espero que traigas un poco de alegría a esta casa, le hace falta.
-          James... – dijo Jack amenazante.
-          No me mires así sobrino – dijo alegre – Os hace falta un aire nuevo – su cara cambio y volvió a ser el abogado serio – Samantha la policía vendrá dentro de nada. Quiere respuestas a lo referente a tu padre.

Tragué saliva. ¿Qué les iba a decir? ¿Qué mi padre no era un hombre violento? ¿Qué atacó al abogado de mi madre en un acto de proteger a su hija? O ¿qué llevaba doce años pegándome? Porque..., ¿por qué se sentía deprimido por la falta de mi madre? ¿Qué día tras día pagaba conmigo todas sus iras? Podría decirles todo eso, y más, pero ¿para que? ¿para que otra persona sintiera pena por una pobre niña que fue abandonada por su madre y maltratada por su padre? No quería que nadie más sintiera pena por mi, ya tuve suficiente dosis ayer por la noche. Todos querían respuestas, pero ¿quién me las daba a mi?

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