Las pesadillas
nos han fascinado durante siglos porque son aterradoras, primitivas y disímiles
de la experiencia de la vigilia. A menudo nos resultan extrañas, pero también
obviamente nuestras, como si hubiéramos alumbrado un monstruo. Como son tan
intensas y “diferentes”, comprender las pesadillas, y cuando y por qué ocurren,
puede enseñarnos mucho de la mente humana. Las pesadillas son como una fisura
en la tierra, un desfiladero que nos permite examinar los estratos o capas que
quedan expuestos.
Muchísimos
años atrás
La
mañana era clara y tranquila. Los pájaros volaban en parejas buscando pequeña
ramitas para hacer los nidos donde pronto nacerían pequeños pajaritos y los
días se volverían más alegres con sus cantos. Un niño de pelo oscuro correteaba
por un gran campo de maíz detrás de un pequeño animal.
-
Hijo, deja a tu hermano tranquilo – gritaron desde una casita pequeña y
modesta a lo alto de la colina.
-
Solo estamos jugando mama – le contesto el niño con una sonrisa
reluciente y con las mejillas sonrosadas de tanto correr.
Un
poco más tarde, la mujer llamo a sus dos hijos a comer. El pequeño que antes
correteaba se sentó a la mesa y empezó a comerse su chuletón con gran
entusiasmo. Le encantaba los chuletones que cocinaba su madre, sin ningún
condimento especial, fritos a la parrilla en su propio jugo. El pequeño animal,
que antes era perseguido, era un pequeño lobo.
-
Toma hijo – dijo la mujer dejándole un plato en el suelo – Espero que
pronto domines la transformación y así podamos comer todos en la mesa como una
familia – añadió mientras le rascaba detrás de una oreja.
El
lobito la miro con una sonrisa lobuna, con la lengua a un lado dándole un
aspecto gracioso. Sus ojos color esmeralda brillaban felices. Le dio un
mordisco al chuletón troceado de su plato. A él también le gustaría poder
dominar pronto la transformación. Así su hermano pequeño dejaría de jugar con
él como si fuera un animal de compañía.
La
puerta se abrió y entro un hombre alto de anchos hombros y de gran musculatura.
Sonreía satisfecho. Hoy había sido un gran día de caza y traía suficiente
reservas para su familia para que comieran durante un mes. Le dio un cariñoso
beso en los labios a su esposa y se sentó a la mesa junto a su hijo pequeño.
-
¿Has jugado mucho hoy? – le preguntó con una gran sonrisa en el rostro.
-
Sí, Jer y yo hemos jugado toda la mañana, ¿a que sí Jer?
El
pequeño lobo alzo la mirada y puso los ojos en blanco. Su padre rió
ruidosamente. Estaba encantado con la familia que tenía. Su mujer era la más
bella y encantadora del condado y le había dado unos hijos de los que había que
estar orgulloso. Y por el contrario que
la demás gente de su condado estaba contento con que su hijo pequeño fuera un
humano normal. Bueno, era de esperar teniendo una madre humana. Fuera de todas
las tradiciones él se había enamorado de una humana. Como licántropo y jefe de
la manada tenía que haberse casado con la loba más sana y capacitada para darle
buenos cachorros o hijos, pero tras ver su querida Wendolyn podrían haber
puesto a la loba que estuviera más en celo y no la había hecho ni caso. Por
otro lado estaba tranquilo, pues su hijo mayor era como él. Aunque le
preocupaba de cierta manera que todavía no dominase la transformación.
Wendolyn
se sentó a la mesa al lado derecho de su esposo mientras le servia su plato de
comida. Le encantaba tener a toda su familia a su alrededor. Sus dos hijos eran
maravillosos. El mayor Jeremy era la viva imagen de su padre aunque ahora no se
pudiese apreciar. Era un niño encantador con el pelo castaño tirando a rojizo,
eso es lo único que como licántropo se veía, además de unos ojos verdes
brillantes, pero eso también lo había heredado el pequeño. Aunque este tenía el
pelo tan oscuro como ella. Lo mejor que le había pasado en la vida había sido
enamorarse de John y tener junto a él la familia que tanto había ansiado.
La
familia entera disfrutó de la comida. El padre, cuando terminó de comer, se
sentó en su butaca y cerro los ojos. Se sentía cansado. La mujer se dispuso a
lavar los platos y salió a fuera para buscar un cubo de agua. El pequeño se
sentó en el suelo y se puso a jugar con un muñequito de madera. El lobo se
estiró a los pies del padre. De repente afuera se escuchó un ruido. El padre se
pusó en guardia ipsofacto y salió a fuera. Era demasiado tarde, su mujer se
encontraba en el suelo desangrándose en manos de un asqueroso chupasangre.
-
Jer, protege a tu hermano. Cuando te avise sal por la puerta de atrás y
corred hacia al bosque. Esconderos donde podáis, pero que sea bien lejos – dijo
su padre con dientes apretados sin dejar de mirar al cuerpo ya sin vida de su
mujer.
Jeremy
mordió la camiseta sucia de barro de su hermano y tiró de él hacía la puerta de
atrás, esperando a la señal de su padre. De afuera se escuchaban los gruñidos
guturales de su padre mientras luchaba.
<Papa,
yo también puedo luchar, quiero ayudarte>
<No,
tu protege a tu hermano, no me desobedezcas. No estas suficientemente entrenado
para luchar contra estos... seres>
Esperó
varios minutos. Su padre no le daba ninguna señal y afuera se dejó de escuchar
cualquier tipo de ruido, hasta los pájaros habían dejado de cantar. El pequeño
estaba asustado y se agarraba fuerte a la pelambrera del lobo. Jer se cansó de
esperar y desobedeciendo las órdenes de su padre se acercó a la puerta
principal con su hermano pisándole la cola y echó un vistazo. De su pecho se
escuchó un rugido cuando vió a su madre en el suelo. Escudriño con la mirada
pero no había rastro de su padre.
-
¡Mama! – dijo el pequeño que salió a la carrera hacía el cuerpo de su
madre - ¿Qué te pasa? ¡Mami!
Jer
se quedó paralizado al comprender que su madre ya nunca volvería a abrazarlo o
a leerle cuentos a él y a su hermano Matt. Sus ojos no parecían ver nada,
estaban vacíos. Pero su mente buscaba la de su padre, lo necesitaba. Pero solo
escuchó el silencio.
-
¡Aaaah! – gritó el pequeño cuando alguien lo cogió bruscamente.
-
Ahora eres mío – dijo el hombre de piel pálida y ojos oscuros como la
noche.
Jer
miraba la escena pero se sentía incapaz de moverse. Tenía que proteger a su
hermano, pero no sabía nada de la lucha contra vampiros. Su atención se vio
robada cuando se escuchó como cuerpo duro y pesado caía frente a él.
-
Allen, este ya esta liquidado – dijo la voz de otro vampiro – Ha dado
mucha guerra pero nada que no hayamos podido solucionar – y rió con maldad.
-
Bien, yo ya tengo el pequeño. Encargaos de encontrar al otro y matadlo
– y acto seguido desapareció a gran velocidad entre la espesor del bosque.
Jer,
cobarde y asustado, se escondió debajo del cuerpo muerto de su padre rezando a
todo dios que no descubrieran su olor bajo el de su padre. Y esperando que la
muerte de su hermano no fuera dolorosa. Pasaron horas y los vampiros tras no
encontrar nada se fueron pensando que un niño tan pequeño no sobrevivía una
noche solo. No lo habían matado ellos, pero la noche ya se encargaría de ello.
Jer muerto de miedo no salió de su escondite hasta que la noche dio paso a la
luz.
Había
sido un cobarde, el más cobarde del mundo. Su padre había dicho que protegiera
a su hermano y no lo había hecho. Y ahora se había quedado solo.
-
¡Pero qué ha pasado aquí! – rugió un hombre mientras corría hacía donde
Jer estaba junto a los cuerpos sin vida de sus amados padres.
El
pobre lobo avergonzado se hizo un ovillo y gimoteó. El hombre, Mikael, cogió
entre sus brazos al lobo.
-
No te preocupes Jer – dijo con voz serena – Esto era inevitable, estaba
escrito y ellos lo sabían aunque querían ignorarlo. Yo me ocuparé de ti
pequeño. Eres importante para todos, para la manada, eres la llave – dejó
escapar un suspiro con tristeza – Pero ahora tenemos que dar paz a tus padres,
hay que enterrarlos.
Aquel
día, en lo alto de una colina, tres tumbas quedarían para siempre. Una vacía.
Jer al lado de Mikael, observo las tumbas con tristeza. Se prometió que nunca
más dejaría que alguien querido fuera victima de tal muerte. No lo permitiría,
daría su vida a cambio si fuese necesario.
Malditos vampiros... antes molabais, por culpa del crepusculo ya no os permito que mateis licantropos.
ResponderEliminarpD: Ya sabemos el pasado de Jeremy.