17 marzo 2012

Capitulo 9 "Amar al destino"



Popularmente a las brujas se las asocia con ciertas imágenes. 
El típico sombrero negro, viejas y feas, con espantosas verrugas en la nariz, un gato negro de compañero, la infaltable escoba para volar, y un gran caldero humeante al fuego...
Pero no todas las historias sobre brujas las pintan tan horripilantes, algunas hablan de mujeres muy hermosas, con ojos seductores, y que tienen la capacidad mágica de transformarse en cualquier otra persona o animal, y con sus encantos logran sacar ventaja de otros y someterlos a su poder.
En la tradición Celta se relata que las brujas consideraban como sus mejores amigos a los gatos erizos, en especial los de color negro. La Bruja utilizaba a su gato, como su sirviente mensajero o secretario y también se decía que era alguna persona transformada por un conjuro, doblegando su voluntad.
Durante la Edad Media nace la falsa creencia de considerar al gato negro como de mal agüero, por pensar que cumplían mandatos de las brujas y esto dio lugar a que los fanáticos sacrificaran a miles de estas bellas e inocentes criaturas.




Hogar dulce hogar. Eso es lo que quería pensar. Tras varios días durmiendo en pequeños hoteles Max y yo encontramos un modesto pisito de dos habitaciones para convertirlo en nuestro hogar. No era muy grande pero comparado con la gran mansión en la que había vivido siempre esto me parecía una ratonera. Pero a pesar de eso me sentía satisfecha. Era un comienzo, y los comienzos no tienen porque ser perfectos. Tendría que ir poniendo una parte de mi misma en aquella casa y todo estaría genial. Entre en la cocina. Los armarios eran de color marrón y blanco, teníamos una pequeña mesa a la derecha, justo al lado de una modesta nevera blanca. A la izquierda había una serie de armarios junto a un horno un poco viejo pero que funcionaba. Tres fogones llenos de suciedad de un anterior inquilino que no era muy limpio. Me acerque a la encimera, cogí una taza de uno de los armarios y me serví un vaso de café bien cargado.

Era muy temprano por la mañana. Me acerqué a la ventana del comedor con la taza de café humeante entre mis manos. El sol se alzaba majestuoso tras los múltiples edificios dándonos el mensaje de que un nuevo día estaba empezando. Me senté en el sofá de color negro y encendí el televisor dejándolo a un volumen bajo para no despertar a Max. Las noticias eran las mismas de siempre, accidentes de trafico, asesinatos sin sentido, políticos corruptos, deportes de todo tipo.

Eran las 9 de la mañana cuando decidí ponerme en marcha y vestirme para buscar algún local a buen precio. Quería montar una tienda de objetos mágicos para ayudar a la gente. Había descubierto que si me concentraba podía mandar un poco de mi poder curativo en los objetos y si una persona los tocaba se curaba. Es decir, si cojo una pulsera y mando mi poder pensando que es para curar una lesión en la muñeca, si una persona se pone ese objeto teniendo ese tipo de lesión se curara como si nunca hubiese existido. Lamentablemente cada objeto era de un único uso. Por eso tenía que pensar en objetos que la gente pudiese utilizar para otras cosas más tarde. En realidad no sabia si el negocio que estaba apunto de iniciar daría buenos frutos pero merecía la pena intentarlo, sobretodo si podía ayudar a la gente.

Me puse unos vaqueros negros de pitillo y una camisa roja de manga corta. Me calcé unas manoletinas también de color rojo y me hice una coleta. Aun así el pelo se me veía largo, pues la coleta me llegaba a media espalda. Cogí mi bolso negro y revise que llevara todo lo imprescindible y salí de casa. No quería esperar a que el ascensor llegara hasta la décima planta donde se encontraba mi piso y baje tranquilamente por las escaleras.  Las calles ya estaban repletas de gente con prisas por ir a sus puestos de trabajo. Las inmobiliarias todavía estaban cerradas así que me puse a pasear admirando la que sería la ciudad donde viviría por tiempo indefinido.

Pase por un parque donde unas madres hablaban sobre sus casas mientras sus niños, en los carritos, se peleaban por quitarse sus chucherias. Me senté en un banco. Tan temprano y ya hacía una calor insoportable. Tenía que haberme puesto una falda en vez de unos pantalones largos. Mi atención se fue hacía un gato de pelaje perlado y mirada rojiza. Corría de un lado a otro perseguido por un perro grande como un caballo. El dueño del perro corría tras de él gritándole para que se quedase quieto. El gatito se metió dentro de un agujero y el perro se quedo fuera ladrándole. Al final el dueño consiguió coger al perro, le puso una correa y se marcho de allí gritándole al perro que esa noche se quedaría sin cena.

Me acerqué a donde el gato estaba escondido. Me agaché para mirar dentro del agujero y vi una mirada atemorizada, como si fuera de una persona.

-          Sal gatito, ya ha pasado el peligro – dije con voz tranquilizadora.

El gato salió de su escondrijo con pasos tranquilos. Le acaricié la cabecita. Era suave. Lo cogí en brazos y entonces me di cuenta que era una gatita.

-          Vaya, ¿qué estas sola? – la gatita me miró con ojos más tristes aun y se puso a jugar con la piedrecilla que llevaba de colgante, la que me regalo mi abuela - ¿Te gustaría venirte conmigo?
La gatita maulló como respuesta y luego se fregó contra mi pecho. Si hubiera sido una persona me hubiera dado en que pensar pero siendo un gatito me enternecí.

-          Pues lo primero será buscarte un nombre – dije mientras inicia el camino hacia el banco donde esta sentada antes – A ver, ¿qué nombre le pongo a una gatita tan linda como tu? – me puse a pensar mientras la mañana iba pasando sin que yo hiciera nada de lo que tenía que hacer – Mmm, que mala soy yo para esto de los nombres – y reí para mi misma – Bueno – dije poniéndome de pie – mientras pienso, ¿qué te parece si te vamos a comprar alguna cosilla para ti? – la gata maulló encantada, o eso me pareció a mi.

Me paseé por las calles en busca de alguna tienda de animales. Al fin, unos cuantos minutos más tarde me encontré con una. Entre y eché un vistazo. Lo que haría falta es comida, una camita, una cosa de esas para afilarse las uñas, la caja de arena... y creo que ya esta. Le fui acercando todo eso al chico al mostrador. Iría bastante cargado con todo ello. Ojalá que alguien me ayudase a llevarlo a casa, pero no veía muy animado para hacerlo al chico. Metimos todo en la bolsas como pudimos mientras Tyara, así es como me decidí por llamar a mi gatita, se fregaba contra mis piernas. Cargada como iba, al salir de la tienda me choqué con un hombre.

Me quede paralizada al ver su mirada. Eran verdes, brillantes, como la de aquel hombre que me salvo de Tomas y que nos estuvo siguiendo durante un rato cuando Max y yo llegamos a la ciudad. El hombre me ayudó a recoger lo que se había caído al suelo. Tenía el pelo oscuro y algo largo. Me sonrió y mi corazón dio un brinco.

-          Lo siento, debí fijarme al salir – dije mientras me ponía roja – Gracias por ayudarme a recogerlo – escuché como Tyara se crispaba, estaba claro que no le gustaba el hombre.

-          No pasa nada, siempre es un gusto chocarse con una chica tan hermosa – su voz era suave e incitadora, me atrapó - ¿Hacía donde vas? Porque si quieres te llevo alguna bolsa durante un rato.

-          A.., a tres calles más abajo – dije mirándolo ensimismada, era tan guapo y se le veía tan fuerte - ¿De verdad que no te importa?

-          Para nada. ¿Por qué me iba a molestar ayudar a una damisela tan bonita? – creo que me estaba poniendo roja como un tomate, Tyara volvió a crisparse mientras nos seguía – Parece que no le gusto a tu gato.

-          Gata – le corregí- La he encontrado hoy, por eso llevo tantas cosas.

-          Vaya, pues tiene suerte si se va a vivir contigo – dijo volviéndome a sonreír. Sus sonrisa era blanca como la leche y totalmente hipnotizante – Por cierto, ¿cómo te llamas?

-          Holly, no llevo mucho tiempo viviendo por aquí, ¿y tu?

De repente le sonó el móvil y nos paramos. Dejo una de las bolsas en el suelo y atendió a la llamada.

-          ¿Si? Claro.., ¿de veras? Pobre, tampoco era para que le hiciera algo así... Sí.. Enseguida voy – colgó y volvió su atención en mi – Encanto, lo siento de veras, me gustaría acompañarte pero tengo algo urgente que hacer.

-          No pasa nada – me quedaba solo una calle hasta llegar a mi casa, no creo que me fuera a dar algo – Muchas gracias.

-          Gracias a ti por compartir tu tiempo conmigo encanto – y me beso en la mejilla disparándose todas las alarmas en mi cabeza. Se acercó a mi oído y dijo – Me llamo Matt.

Luego se fue dejando tras de si un aura atrayente. Mis pies quisieron seguirle pero mi mente me previno y no dejó dar ninguna orden de movimiento. Me quedé inquieta mirándole como se marchaba. Me di la vuelta y mire a Tyara que se había quedado quieta con la mirada fija en mí.

-          ¿Qué pasa? Era guapo, tampoco era para que te mostraras tan arisca con él – le dije – Vamos, vayamos a casa – y cogí todas las bolsas como pude.





Me desperté cuando el sol me dio en la cara y no tuve más remedio que despertarme. Salí de mi habitación y al escuchar tanto silencio me di cuenta de que Holly ya no estaba. Seguramente habrá ido a mirar algún que otro local. Me fui a la cocina y me serví una taza de café, le puse unos hielos y me senté en el sofá mientras veía la televisión. Que asco, todo programas del corazón. ¿Es que no saben hacer otra cosa? Fui cambiando de canal hasta que me canse de no encontrar nada interesante para ver mientras esperaba que llegara Holly.

Me asomé a la ventana intentando buscar algo de frescor. Era un día muy caluroso. No tardaron mucho en llegar los pensamientos de la gente a mi cabeza. “Estoy deseando que llegue el invierno, este calor es insoportable. ¿Qué hace ese crío? Se va a matar con ese monopatín” pensaba un hombre con traje y corbata. “Porque no le habré dicho que le quería, a lo mejor aun estaría conmigo y no me sentiría tan sola” pensaba una chica de cabello rubio. “Dios, como pesan estas bolsas” reconocí la voz “Si, tu mírame Tyara, ya podías hacerte persona y ayudarme” Holly se rió interiormente “el calor me esta volviendo loca”. Vi en su mente que estaba cargada de bolsas y que caminaba junto a una gatita.

Me fui  vestir rápidamente y bajé a ayudarla. En cuanto me vió dejó salir un suspiro retenido y me sonrió.

-          Menos mal – me endiño una par de bolsas – Ayúdame a subir esto.

-          ¿Todo esto es para la gata? – dije impresionado.

-          Sí, es nuestra nueva inquilina. Max, te presento a Tyara, Tyara él es mi hermanito, vive conmigo – le explicó cariñosamente a la gata.

Se la veía feliz con la gata. Miré a la gatita y ella me miró a mi. “No he podido evitarlo Max, tenía que estar cerca de ella” Escuché eso cuando estábamos subiendo las escaleras para entrar al rellano que daba al ascensor. “¿Jane?” pensé mientras me apoyaba en una pared esperando al ascensor. Holly silbaba distraída, se notaba que estaba feliz. “Sí, soy yo. Creo que Holly no se ha dado cuenta, es nueva con esto de las auras y si.. ya sabes, no creo que note que soy yo”. “¿Pero de verdad que te has convertido en gato? ¿Y que pasa con tu hermano?” No entendía nada. “No me he convertido en gato. He creado como un animal como un escucha con parte de mi poder. Así estaré segura de que Holly esta bien”. “Veo que no te fías de mi Jane” me sentía ofendido. Si que había acompañado a Holly porque quería, pero también era para que estuviera segura. “Sé que contigo iba a estar bien, pero tampoco va a estar contigo todo el día”. “Entiendo”. Subimos al ascensor.

-          ¿Has encontrado algo? – le pregunté a Holly.

-          No, me encontré con esta ricura – dijo mientras se agachaba y le acariciaba la cara – y se me fue de la cabeza completamente. Supongo que mañana me pondré a buscar.

Jane o Tyara, no se como llamarla ahora, se restregó por los pies de Holly. Entramos en casa y Holly en seguida se puso a colocar las cosas en su sitio mientras Jane la seguía a todas partes. Me senté en el sofá y me puse a recordar el día que Holly descubrió que podía leer las mentes de las personas. Me acuerdo que aquel día estaba resfriado y yo no pensaba con mucha claridad. Estábamos en el internado y Holly vino a mi habitación para ver como estaba. Yo estaba con los ojos cerrados y ella se pensó que estaba dormido. A eso que se pregunto para si misma si estaría bien que me despertara para llevarme a cenar algo y yo le contesté. Se quedó sorprendida en un primer momento, no entendía como podía haber contestado a algo que ella no había preguntado en voz alta. Entonces, aun estando resfriado, le explique todo.

 Desde niño había sido capaz de saber lo que la gente pensaba y a veces contestaba a cosas que la gente no había dicho en voz alta. Ese era uno de los motivos por los que mi madre no me soportaba, porque sabía en todo momento lo que ella estaba pensando y para mi disgusto no eran cosas agradables. Con el tiempo aprendí a no meterme en las mentes, a hacerlo cuando yo quisiera, y así tener algún momento de silencio.

Me acuerdo que Holly estuvo varios días sin hablarme preocupada por cuantas cosas sabía de ella. Así que no tuve más remedio que explicarle que sabía todo sobre lo de su lobo. De los dos encuentros que había tenido con él. Le dije que no se lo diría a nadie. Me sorprendí mucho cuando vi en persona al lobo. Pues...

-          ¡Max! Ven un momento corre – me gritó Holly desde la cocina - ¡Qué ha pasa aquí!

-          ¿Qué pasa? – dije.

Entonces me di cuenta. Alguien había pintado en rojo en la pared blanca de nuestra cocina una frase “EL TIEMPO HA FINALIZADO, LA BATALLA HA VUELTO A COMENZAR”  Miré a Jane, ella me miró a mi. Ya nada se le podía hacer.

2 comentarios:

  1. Todo comienza muajajajaja Abajo Matt buuuu, nunca me gustará D: Genial como siempre amoreee :)

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