Sudor, lagrimas y barro cubrían su rostro mientras la muchacha corría sin saber a donde. La noche había caído sobre ella sin darse apenas cuenta y no había forma de saber como volver y mucho menos donde ponerse a salvo. Había salido del refugio a media tarde a cazar algo para la cena y había encontrado una presa lo bastante grande para poder alimentar a su dos hermanos menores. Cautivada por la emoción de la caza se le había pasado el tiempo volando y no se había percatado de que anochecía. Para cuando quiso volver no sabía donde estaba.
Y ahora tenía miedo porque no sabía guiarse en la oscuridad. Solo su padre supo alguna vez y murió antes de poder enseñarla. Agarró bien fuerte el cuchillo que utilizaba para desgarrar la garganta a su presa en modo de defensa al escuchar un ruido a su espalda. Podría tener miedo, podría estar llorando y estar llena de barro por haberse caído al no ver nada pero no era una cobarde y si alguna de aquellas criaturas de la mano del demonio se le acercaba se lo llevaría a la tumba con ella. Porque una cosa era cazar y otra ser la presa.
Dio media vuelta sobre si misma para encarar lo que fuera a venir, el viento movió los arboles que dejaron pasar pequeños rayos de la luna que iluminaron a la bestia de ojos amarillos. Tenía una herida en la mejilla llena de pus amarillento que se mezclaba con la saliva verde de la bestia. Por lo general y con sus capacidades sobre caza aun tenía alguna posibilidad de salir de esta, pensó Nay.
La muchacha que era de estatura baja hizo mano del cuchillo que llevaba para emergencias de su bota derecha teniendo ambas armas en cada mano apuntando a la criatura que seguía parada frente a ella respirando fuerte y excitándose divisando a su propia presa, Nay, que llevaba su cabello rojizo recogido en una trenza mal hecha que le llegaba hasta el hombro. Sus ojos verdes estaban entrecerrados, ajustando su visibilidad nula en la oscuridad lo máximo posible para percibir a la bestia.
Realmente no quería terminar allí, sus hermanos pequeños la necesitaban, no tenían más que 7 y 8 años, y ella, la mayor con 19, era la única adulta responsable. Sin ella morirían... Tenía que sobrevivir. La bestia se precipito hacía ella, el crujido de una rama en el suelo advirtió a Nay y se echó hacía un lado notando como la piel de la bestia la rozaba mínimamente. Nay se pasó la manga de su camiseta por la cara para quitarse el sudor por la adrenalina. No sabía lo que estaba haciendo, de día sabia como no meterse en el camino de estas criaturas pero por la noche, si no podía verlas no sabía donde meterse y esconderse.
- A la izquierda - gritó una voz grave - ¡Va!
Nay se echó a la izquierda y sintió como la bestia rugía volviéndola a pasar por el lado. Nay empezaba a notar la respiración agitada, ¿quién la había ayudado? Seguía sin poder ver nada. Pero la bestia sabía muy bien donde se encontraba ella y estaba deseando devorarla. Por suerte no entendían su idioma y no pudo saber que ella se apartaría.
- Tres o cuatros pasos a tu derecha tienes una árbol, quédate detrás - una mano se había puesto sobre su brazo sin notar que estaba alguien a su lado y la empujó hacía esa dirección - Te gusta la gente indefensa - dijo el hombre a la bestia - ven a por mi si te atreves.
El hombre, de media estatura se abalanzó con fuerza empuñando su espada cortándole un brazo a la criatura que gritó y su rugido resonó en la negrura espesor del bosque. Creick empujó a la bestia de una patada llevándolo al punto más lejano de donde Nay se encontraba.
- Vamos a acabar esto pronto - dijo Creick.
Su complexión era más pequeña que la de un hombre normal pero eso le confería una mayor agilidad por lo que pudo ir esquivando cada ataque de la bestia, que llena de furia y dolor, no paraba de atacar al muchacho. En cada una de estas, Creick, le iba haciendo pequeños cortes con la espada que iban cabreando más y más a la bestia. Pero eso era algo más a su favor. Al ser una bestia de ojos amarillos era imprudente y no pensaba en como atacar, simplemente lo hacía y al estar cegado por la furia sus ataques eran menos concretos aunque más fuertes pero no alcanzaban nunca a su presa y más si esta poseía una agilidad innata.
Creick, cansado ya de jugar con la bestia, se precipito para darle un ultimo golpe pero entonces vio como una flecha atravesaba la cabeza de la criatura. Esta, muerta, cayó enseguida desplomada en la tierra a los pies de Creick.
- Gracias por ayudarme - dijo Nay - Donde quieras que estés porque no te veo.
Con dos pasos ágiles Creick se puso frente a Nay.
- De nada, ¿se encuentra bien? - preguntó aunque sin mucho interés.
- Sí, gracias, pero me temo que no se donde estoy. Y no se donde encontrar un lugar para pasar la noche a salvo.
Creick se ofreció a ayudarla, la protegería durante la noche y se aseguraría que llegara a su hogar sana luego ya pasaría cuentas, nadie le quita la diversión de matar a esas cosas y menos protege a nadie a cambio de nada.
me ha encantado, sigue con estas historias ^^
ResponderEliminarSeguiré seguiré, porque de momento solo me salen cosas de estas, algo con love no me sale nah de nah XD
Eliminarno veo el problema XD
EliminarY te aseguro que intentaré que no haya nada de eso en estas de aquí xD
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