El sol se escondía ya tras la
colina. En el parque se veían a parejas acarameladas cogidas de la mano viendo
los últimos rayos de sol. Solo quedaban dos niños jugando en los columpios
aprovechando los últimos minutos que sus madres les concedían mientras se
ponían al tanto de los cotilleos. La señora del puesto de la comida de palomas
ya se disponía a cerrar. También se paseaba un policía haciendo girar su porra
mientras silbaba siempre al tanto de que todo estuviera en su lugar. Y allí, en
un banco, debajo de la sombra de un árbol, me encontraba yo. Aprovechando el
poco tiempo libre antes de regresar a casa. Quería que el tiempo parase en ese
preciso instante. Justo aquí, en este parque, donde se respiraba paz y
tranquilidad. De repente algo empezó a temblar en mi bolsillo. Era mi móvil. Y
solo podía significar una cosa...
-
¡Samantha!
¿Quién te crees que eres para desobedecerme? Te dije bien claro que cuando
salieras del instituto regresaras a casa inmediatamente- me dijo mi padre, como
siempre, cabreado.
-
Si padre,
enseguida estoy en casa. Me entretuve por el camino.
-
Ya veras la
que te espera cuando llegues. No olvidaras nunca más que cuando te digo una
cosa es esa cosa.
Colgué el teléfono y tragué saliva. Cogí mi
mochila y salí corriendo hacia mi casa haciendo que un grupo de palomas
salieran volando a mi paso. Cuando llegué a casa todo estaba a oscuras. Mal
presagio, eso no significaba nada bueno. Deje mi mochila en una silla y dije:
-
¿Padre? – me
comenzó a sudar las manos.
-
Samantha –
del comedor salió mi padre con una botella de cerveza en una mano – sígueme.
Le seguí. El se sentó en el sofá. Yo me
quedé en el umbral de la puerta.
-
Nunca
aprenderás ¿verdad? – dio un trago a la botella - ¿Por qué nunca me haces caso?
-
Pero padre,
tengo todas mis tareas hechas. Solo estaba dando un paseo por el parque.
Al instante se me acercó y me cogió del
pelo. Dio otro trago a la botella y me dijo:
-
Eres como la
puta de tu madre, siempre haciendo lo que le venía en gana, pero tu no me haras
lo mismo.
-
No hable así
de mi madre– dije intentando mantener la calma.
-
¡Calla!
Acto seguido me dio un puñetazo que me
mandó directamente contra el marco de la puerta dándome en la cabeza y cayendo
al suelo. Él se acerco a mi y dio un trago más a la botella y la lanzó contra
la pared opuesta rompiéndose en mil pedazos.
-
No te atrevas
a defender a la puta de tu madre nunca más ¿Me has oído? O serás que no te
acuerdas de que nos abandono a los dos ¿eh? Sí, niña, a ti también te abandono.
-
Ella no me
abandono, huyó de ti – le mire desafiante, lo que me produjo el recibir otro
puñetazo. Mi labio empezó a sangrar. Volví a saborear el sabor a acero y a sal
de mi sangre.
-
Claro que te
abandonó. Se fue por tu culpa. Fue tu culpa que se fuera. Éramos muy felices
hasta que tu apareciste. Fue tu existencia lo que hizo que tu madre me dejara.
No soportó a la niña caprichosa que eres y se marcho – se puso de pie y me pegó
un puñetazo en el estomago. Una lagrima calló por mi mejilla – Eso es, llora.
Llora porque fue tu culpa ¡todo! Ojalá no hubieras nacido.
Y se marchó dando un portazo. Me quede
sola. En esa fría y oscura casa. Como tantas otras veces después de que mi
padre me pegara. Logre sentarme y me sequé la mejilla con cuidado. Él se
pensaba que lloraba por su palabras ¡Ja! Las he escuchado miles de veces desde
que mi madre nos dejo. Lloraba porque me dolía sus palizas. Hace tiempo que
deje de llorar por la ausencia de mi madre. Sabía muy bien que ella no me había
abandonado. Ella volvería a por mi. Me lo prometió antes de marcharse. Lo
hizo...
Me levante a duras penas y me dirigí hacia
mi habitación. Me miré en el espejo. Genial, ahora tendré que perder unos días
de clase y quedarme en este infierno de casa hasta que pueda taparme el morado,
que empezaba a salir en mi mejilla, con maquillaje sin que se notase.
Fui hacia mi cómoda y saque un foto de un cajón. Salíamos yo y mi
madre cuando yo tenia cuatro años. Ella me sostenía en el aire y sonreía. No.
Esa no era la cara de una madre que no quiere a su única hija. Mire en el
reverso de la foto. Había algo escrito. << Mi niña,
la alegría de mi vida, siempre te querrá, Mama >> Una nueva lagrima
salió de mi lagrimal.
Que historia más triste y dura, si tubiera sentimientos me daria pena y todo.
ResponderEliminarJajaja pues tendrás para rato con esta historia, igual consigo un milagro ;) XD
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